Siempre
es la misma historia, constantemente se abre la perversa herida que
nunca-se-cierra: renegando del deseo de
los otros y, en ese mismo acto, queriéndolo conquistar para sí.
Reconocimiento, fama, vanidad, delirios de grandeza, omnipotencia inusitada,
obsesión creadora, ser alguien. Por
el contrario, anonimato, insignificancia, humildad, desinterés, anulación, pasotismo
destructor, ser nadie... Entre dos tierras, una grieta que se agranda
cada vez más, una falla, un pliegue tectónico que choca, sin previo aviso, con
su virulencia avasalladora, su intensidad
aniquiladora, su pulsión devastadora.
¿Protagonismo
o antagonismo, figurar u ocultar, sol dorado
o sol negro?
Doble simiente de un mismo origen,
uno hacia lo evolutivo, otro hacia lo involutivo, uno hacia lo dextrógiro, otro
hacia lo levógiro, uno hacia afuera, otro hacia adentro...
Los
dos y ninguno al mismo tiempo: el anverso y el reverso, el ying y el yang, la
vida y la muerte, y lo que está más allá… ¡El
Tao!
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