Hay
situaciones, relaciones o proyectos que sabes que están llegando a su final,
pero te resistes, quieres por todos los medios evitarlo ya que has creado
tu identidad en base a éstos y ahora estás
demasiado apegado como para que falten en tu vida. Te das cuenta de
que eso que antes te colmaba, en este mismo momento ya no te aporta ni suma,
sino que resta y quita.
Todo es una
cuestión de poner sentido o de retirarlo, de seguir prestando atención o de
dejar de hacerlo, de continuar sosteniendo energéticamente un escenario o salir
de él. En tu mano está elegir la decisión correcta y adecuada para
ti. ¿Seguir atado a las cosas y a las relaciones o liberarte de ellas?
Es cierto
que después de tantos años creando un proyecto de vida, ya sea junto a una
persona, con un emprendimiento, adquiriendo bienes materiales o teniendo un
determinado estilo de vida, da mucho miedo perderlo todo y empezar
otra vez desde cero con una sensación profunda de fracaso existencial…
¿Otra vez comenzar de nuevo? ¿Ver nuevas caras? ¿Sentir nuevos
cosquilleos en tu estómago? ¿Romper con tus viejas costumbres y creencias y
adquirir unas nuevas? ¡Menudo trabajo!, ¿verdad?
Cuando crees
que tienes todo bien acomodado y maniatado por tu parte, es posible que en
cualquier momento todo se pueda desbaratar y te quedes sin nada, por eso
siempre hay que tener en cuenta los giros inesperados y los cambios permanentes
que presenta la vida y afrontarlos con una actitud abierta, serena, flexible y,
sobre todo, como una oportunidad de aprendizaje y una posibilidad de
crecimiento y renovación vital.
En este
mundo fenoménico todo tiene un principio y un final, nada es para siempre,
todo va y viene, todo es flujo y reflujo, una puerta se cierra y otra se abre…
No temas a
la pérdida pues toda pérdida es liberación.
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