Sé ese sol que da luz y calor. La luz de
la sabiduría y el calor del amor pero siempre de una forma neutral, ecuánime,
cálida y fría al mismo tiempo, es decir, olímpica. Quién se arrime
demasiado a ti que tome distancia pues con tu fulgor destellante se abrasará y
cegará; quién se aleje de ti, por el contrario, que se acerque un poquito a tu
ígnea presencia pues si no se congelará y nublará...
Así tendrás equilibrados ambos polos en una distancia justa, armónica, imparcial, objetiva, integrados en tu interior, siempre en una tensión de fuerzas autorregulada que te permitirá trascender la dualidad de opuestos y alcanzar la permanencia dentro de lo caduco, lo inmutable dentro de lo cambiante, lo imperturbable dentro de lo oscilante, en definitiva, ser, en todo momento y situación, Igual a ti mismo…
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