lunes, 27 de mayo de 2024

Adversario Aliado.

 

Cuando el otro en ti te posea con su mal humor, con su ojeriza extrema, con su iracundia infame, no lo pagues con los demás, no sueltes esa ponzoña emocional al primero que tengas delante. Descárgalo en actividades constructivas como el deporte o la creatividad artística. ¿Acaso no te das cuenta de que lo que proyectas hacia afuera no hace más que alimentar con mayor fuerza lo que tienes adentro? Así que piénsatelo bien antes de soltar tu bilis a alguien que pasa por ahí sin culpa ni pena.

Si esa sensación airada te aprieta, te molesta, y bulle incontroladamente, pues te jodes y te aguantas. No eres el único al que le pasa, ni va a ser ni la primera ni la última vez que te suceda, pues la naturaleza humana tal y como está montada lleva por defecto ese programa incorporado. Acostúmbrate a vivir en esa fluctuación sensible, en ese movimiento energético, en ese vaivén emocional porque te va a acompañar el resto de tu vida en este plano —¡y si no eres consciente de ello y te identificas con su dramatismo adictivo será durante mucho más!—.

Por mucho que medites, cultives tus potenciales psíquicos y hagas esfuerzos sobrehumanos con técnicas milenarias o inventadas por el gurú de turno, tu mente nunca estará silenciosa, nunca será el remanso de paz de un lago inalterado como te hacen creer. Bonitas metáforas pero que no corresponden con la realidad que experimentas a diario.

Tus múltiples pensamientos y polimórficas emociones son un mar embravecido que te van a intentar dominar y si entras en lucha con ellas te ahogarás. Deja que aparezcan en ti, nota su presencia y surca sus intensos maremotos, permite que te sacudan, que te zarandeen, que te balanceen.  En medio de esas turbulencias encuentra el equilibrio, tu punto cero, el cerco propio, tu Centro Absoluto.

En ese espacio generado: crea, ingenia, invéntate. Concibe, construye, fórjate... ¡A ti mismo!


lunes, 20 de mayo de 2024

“Pasa, pasa, que todo pasa”.


Una historia de abuso y servidumbre, donde no se respetan los límites ni la intimidad. En su vocabulario no existe el espacio propio, todo lo quiere invadir, acechar, acaparar. Yo ya estoy harto, necesito mi lugar, mi sitio, mi propio territorio en el que sentirme a salvo, protegido sin la mirada inquisitiva del otro, sin sentirme observado por la voracidad famélica de los demás.  Este mundo hostil, en el que hay que luchar para sobrevivir a cada momento, comer o ser comido, devorar o ser devorado. ¿Acaso no hay lugar para la paz? ¿No hay una tregua para descansar? Las puñaladas están a la orden del día, y mucho más frecuentes de aquellos con los que convives, con los que te abres en total confianza; cuando menos te lo esperas te exprimen todo lo que pueden y más. 


Estoy realmente harto de aguantar ese ciclo que nunca se acaba, de ataque, fustigación, amenaza continua. No hay quien se salve del drenaje del Humanero. Por más que intentas escapar, sus secuaces ahí están, camuflados entre las máscaras orgánicas de personas que alguna vez creíste apreciar. Te tienen cercado y si te aíslas en ti aún más.

Simplemente ser transparente, permeable, que todo te la sude, ser indiferente a cualquier cosa que pase alrededor e incluso al devaneo interminable de voces y sentires que acaecen en tu interior.

No hay salida, por lo tanto, no ha habido ninguna entrada por la que hayas accedido a este manicomio cósmico. ¡Salta! 


Presencia Real.

  Falacia tras falacia. Cuanto más ahondas en aquello que te rodea más falsedad encuentras, y cuando te das cuenta de que esa mentira, esa t...