jueves, 13 de junio de 2024

Universo de Palabras.

 

Eso que percibes como una certeza interior absoluta, como una llamada firme, sin condiciones, algo que es así y que no puede ser de otro modo, ese es tu espíritu, tu esencia, quién tu eres en origen.

Cuando ya intermedia el programa sustituto de la mente, con su parloteo ensordecedor, comienza a definir, analizar, juzgar, explicar, justificar, elucubrar, es decir, a utilizar palabras, el limitado sistema del lenguaje. Todo lo tergiversa, lo adultera, lo malentiende y lo caricaturiza en un conocimiento diviso basado en la dualidad, en el bien y en el mal, en una máscara de fruto putrefacto que da lugar a la caída en el devenir, al proceso secuencial, a la dimensión temporal, a la duración del aplazamiento continuo, a una evolución involutiva acumuladora de fiascos e intentos fallidos unos detrás de otros... Su leitmotiv universal es tapar aquello que había antes del advenimiento de sus falsarios escenarios, de sus proyecciones holográficas ilusorias, de su reflejo imitativo y engañoso de lo que jamás podrá ser emulado ni trocado, esto es, lo que verdaderamente existe:  lo incondicionado, lo inmutable, lo increado...

La mente, ese implante ajeno a nuestra naturaleza original, es un mecanismo foráneo, totalmente artificial, usurpador, engañador de lo real. El disco rayado que escuchas constantemente en tu cabeza es un paquete de programas-creencias asociadas a unas determinadas palabras, sentimientos y emociones que te llevan a una determinada conducta cíclica y previsible, un mero programa de ejecución automática al que tú se la sudas, cuya única finalidad es subsistir a través de ti, sobrevivir utilizando tu combustible y energía vital. ¿Vives para alimentar a la máquina que te parasita y que se hace pasar por ti? ¿Y encima te crees que eres ese automatismo algorítmico reptiloide?

Si te identificas con ese engendro alógeno que habita en ti, te escurrirás en sus tramas, sus trampas y sus enrevesados ardides fantasmagóricos; serás un personaje ficticio en un mundo ficticio con unos objetivos ficticios, operando teledirigida-mente como un homínido espectral en un universo hecho de palabras contradictorias, lenguaje inentendible, pensamiento fragmentario y tiempo simulado.

Esa es la cárcel, la jaula, la mátrix, la prisión mental en la que estamos y de la que hay que salir ¡YA!


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