Constantemente
elementos foráneos quieren entrar a tu recinto sagrado, a ese espacio que solo
eres tú: Dios en esencia, Rostro en
presencia. Quieren demoler sus compuertas y entrar para arrasar con tus
pertenencias, con tu dominio, con tus sólidos cimientos... Como larvas infectas
de mil caras, se quieren introducir en tu realidad y desalinearla, buscan por
todos los medios que te dividas, te fragmentes, te despedaces en una sopa
confusa, informe y diluyente… ¡Jamás lo conseguirán! Estamos
preparados para la Guerra, habilitados para plantar Batalla y preservar nuestra
Soberanía Inmortal. Nuestros regimientos unidos carismáticamente por la Lux, se yerguen Firmes e Invictos en la
Convicción de lo Alto, en el Principio Viril, en el Ethos Aristocrático, en la Verdad Espiritual que todo lo ilumina,
que todo lo renueva, que todo lo transmuta en Voluntad Increada, en Potencia
Diamantina, en Fuente Incorruptible de Coraje y Valor…
El Arquémona será defendido con uñas y dientes, a fuego y espada, hasta la última gota de sudor, hasta el último aliento de nuestra Sangre, inmortalizada sincrónicamente con nuestro Acto Heroico, con la Custodia indómita y tenaz de la Herencia de nuestro Linaje… Nada ni nadie que se haya ganado un lugar en Nuestro Territorio accederá a tal Honor; solo los pocos, los que demuestren su capacidad, su valía, su impecabilidad, su desafiante osadía tendrán abiertas las puertas al Misterio…
El Arquémona será defendido con uñas y dientes, a fuego y espada, hasta la última gota de sudor, hasta el último aliento de nuestra Sangre, inmortalizada sincrónicamente con nuestro Acto Heroico, con la Custodia indómita y tenaz de la Herencia de nuestro Linaje… Nada ni nadie que se haya ganado un lugar en Nuestro Territorio accederá a tal Honor; solo los pocos, los que demuestren su capacidad, su valía, su impecabilidad, su desafiante osadía tendrán abiertas las puertas al Misterio…
El
Sol se alza en medianoche, la Claridad se impone, el Fuego brilla en su colosal
esplendor… Un resplandor, jamás visto hasta ahora, centellea en los confines
del cosmos; un Fulgor de otro mundo amenaza con derribar el statu quo de las hordas de barro, con disipar
la apariencia ficticia de maya, con romper
el entramado arquetípico de los guardianes de la miseria…
Un
batallón de Auto-Elegidos hace acto de Presencia en este mundo, sostenidos en sí
mismos, blandiendo la Enseña del Espíritu,
son férreamente obstinados en la Realización de su Supremo Ideal, su Magno Propósito,
su Deber Existencial, su Sacro-Oficio, su Única Meta: Existir por Sí Mismos…