Una pregunta indiscreta: ¿Tienes teléfono móvil o el teléfono móvil te
tiene a ti? ¿Cuántas horas pasas a diario pegado a la pantalla de este
dispositivo? ¿Cuándo te cansas de usar el móvil cambias a la tableta, al
ordenador, a la tele, al libro electrónico…?
Estamos en un mundo en el que todo está creado para que nos escurramos a
través de mirar hacia los entes externos, hacia los objetos cautivantes con los
que la cultura nos bombardea sistemáticamente a través de la tecnología,
publicidad, ingeniería social, escaparates comerciales… Todo, absolutamente
todo, está diseñado para que nos distraigamos y pongamos nuestra
atención a cualquier cosa menos a nosotros mismos.
Por ejemplo, hagamos una prueba:
¿Cuánto tiempo al día estás a solas contigo mismo sin ningún aparato o
distracción que te saque de tu foco? ¿Acaso podrías estar quieto, en
calma, contemplando una pared en blanco sin proyectar sobre ella mil
y una imágenes caóticas y sin sentido? Y si lo haces, ¿por cuánto tiempo?
Difícil mantener la atención en ti mismo sin pensar en nada, ¿verdad?
Estamos tan sobreestimulados que hemos hecho de la ansiedad, la zozobra, el
enojo, el estrés, la insatisfacción crónica un estado y comportamiento normal
del ser humano ¡cuando no lo es en absoluto! ¿Dónde queda nuestra verdadera
naturaleza: armonía, tranquilidad, vitalidad, alegría, contemplación y
acción coherente con nuestras capacidades y biorritmos propios?
Aléjate de esos dispositivos digitales porque te están absorbiendo toda tu
energía y drenando tu vida entera. Tú piensas que los estás
utilizando y que te sirven a ti, pero en realidad, es todo lo contrario, ellos
te utilizan y se sirven de tu vida para sus propios fines ajenos a ti…
Toda esta tecnología digital posmoderna, cibernética, transhumana como algunos
lo llaman, es algo así como el Ojo de Sauron, que se hace patente
cada día en nuestras vidas cuando permitimos que sus hipnóticas
pantallas, su universo de aplicaciones sin fin, su omnipotencia simulada
en-un-click y su metaverso dopamínico nos atrape, nos arrastre y nos anule
interiormente…
No vivas inserto en una mátrix que es siempre la continua repetición de lo
mismo, una realidad virtual, simulada, holográfica que con sus clichés,
noticias, tendencias, modas y patrones mentales-culturales te hace vivir
en un eterno día de la marmota…
¡Desconéctate de la mátrix y conéctate a tu espíritu!