lunes, 26 de junio de 2017

La certeza interior. Rasgando el velo de maya.


En un mundo tan desolado como el de hoy, todo se torna en duda, vacilación, relativismo desmedido, titubeo y opinión manipulada. ¿Cómo nos situamos ante eso? La influencia mediática y adoctrinadora del aparato de dominación es tan vasta y poderosa que solo nos queda replegarnos en nuestro interior para resistir ese asedio continuo; pero justo ahí está nuestra baza: construir una fortaleza interna en la que no traspase nada del exterior.

A cada instante, nuestra existencia es violada por el ataque constante y brutal de las fuerzas estandarizadoras e institucionales del sistema. Su única misión es sumergirnos en su caos controlado para que vivamos en la incertidumbre y en la perplejidad de la incomprensión de sus mecanismos invisibles de sometimiento; somos constantemente llevados como hojas moribundas que se arrastran en un mundo ideado por otro… ¿Nosotros pintamos algo en esta creación de realidad o simplemente somos actores que interpretan un guión prediseñado de antemano?

La respuesta únicamente depende de nosotros. Si seguimos como hasta ahora, es decir, creyéndonos los dogmas y el modelo de vida que nos dictan los paradigmas culturales sin utilizar ningún tipo de filtro o discernimiento propio, efectivamente, seremos vividos por los designios del mundo externo; por el contrario, si empezamos a tomar consciencia (y conciencia) de quiénes somos en realidad y de que nuestro caudal vital surge de nuestra propia Voluntad pétrea e infinita, quizás comenzaremos a cambiar nuestra percepción de nosotros mismos y con ello, inexcusablemente, de toda esta realidad ficticia que todos alimentamos a diario con el desbordamiento continuo de nuestras ínferas pasiones, miedos, traumas y obsesiones autodestructivas propias de reptiloides-tanáticos acomplejados.

Dejemos ya de reproducir esta dinámica de escasez-miedo-supervivencia; parémonos a pensar cuáles son las intenciones con las que acometemos nuestros actos cotidianos y no nutramos más a nuestro componente animalesco, gregario y manipulablemente servil. Miremos hacia lo alto y reconquistemos lo sagrado que habita dentro de nosotros; ya no hay tiempo que perder: Hagamos brillar la refulgencia ígnea de nuestra naturaleza divina.  En efecto, probemos a retirar nuestra atención de todo aquello que proviene del exterior y centrémosla en nuestro interior, en nosotros; sigamos nuestra intuición y encontraremos las certezas que ya llevamos en nuestro recuerdo primordial.

Ha llegado el momento de regirnos por nuestros propios códigos, convicciones y valores. No permitamos que nadie nos diga cómo ha de ser nuestra existencia. Encaminémonos hacia lo auténtico y desechemos lo inauténtico: no cedamos a los cantos de sirena que evocan el eco de los sortilegios y ardides demiúrgicos de este mundo.

Acallemos de una vez nuestra personalidad artificial teledirigida y combatámosla a través de su integración en nosotros; que sirva a nuestros propósitos superiores. Así es,  superemos nuestras limitaciones impostadas, rasguemos el velo de maya  y cortemos los nudos que nos asfixian en el aletargado hipnotismo del materialismo embrutecedor y mediocrizante de esta realidad.

Ha llegado la hora de tomar la responsabilidad de nuestras vidas, conducirlas con nuestro timón y encarrilarlas hacia donde nuestra Voluntad Soberana nos dicte.  Ya nos hemos cansado de vivir en territorio ajeno, ahora es nuestro: hagamos de nuestro planeta, nuestra casa, y en nuestra casa ¡NUESTRAS NORMAS!

¿A que esperamos? ¡No hay tiempo que perder! Construyamos un mundo a imagen y semejanza de nuestro paraíso particular, no al del “paraíso” de nadie. No nos dejemos llevar por la falsa apariencia de esta realidad. En nosotros, y sólo en nosotros, están las certezas: nuestro origen.

No deleguemos en lo externo lo que hemos de hacer nosotros mismos en lo interno; acuérdate: SI DEBES, PUEDES. 

domingo, 18 de junio de 2017

La Cima del Espíritu. Un camino de Héroes.


En un mundo tan en ruinas como el de hoy, es complicado mantenerse en pie y SER totalmente íntegro.  Estamos continuamente en el filo de la navaja, y cada movimiento que realizamos nos podemos cortar y herir. Por eso, los muchos, por miedo, conformismo, poltronería y mediocridad, optan por quedarse en la burbuja de falsa seguridad que les proporciona el sistema y prefieren nadar (como la nada que son) en el mundo superficial y anodino de sus yoes psicológicos; por el contrario, los pocos –nosotros–, elegimos ir más allá de nuestras programaciones y saltar al abismo, enfrentarnos denodadamente a nuestros monstruos interiores y preservar, frente a todo, tanto en lo interno como en lo externo, nuestra Llama ígnea, nuestro Brillo y Luz. Y eso nadie nos lo va a regalar, lo tenemos que conquistar sostenidamente nosotros, ejerciendo a cada instante una Voluntad de Acero y una Decisión firme y férreamente obstinada.

Nosotros, los pocos, hacemos de las cicatrices nuestra seña de identidad, cuantas más tenemos, más valor, más honor y más lealtad mostramos a nuestro espíritu. Eso quiere decir que hay vida en nosotros, que nuestro propósito es trascendente, y que estamos construyendo algo sagrado que muchos ni siquiera alcanzan a soñar: Nuestra propia Existencia.

Claro que es un camino difícil, largo, pedregoso, esforzado y empinado, pero si no fuera así ¿cómo nos elevaríamos?  En nosotros está la potencia primigenia de nuestro espíritu, la luz inextinguible de nuestra esencia, el fuego inmortal de nuestro origen, la posibilidad original de ser más que Dioses.   

Dirijámonos permanentemente hacia lo alto. Ese es nuestro hogar: LA CIMA DEL ESPÍRITU. 

martes, 13 de junio de 2017

Metanoia.


Una vez más rompiendo y destruyendo todo lo que ya no sirve. Aligerando cargas y redirigiendo cauces perdidos. Vamos a construirlo todo de nuevo. Hagamos que los sombríos y polvorientos escombros de las ruinas del pasado, sean templos y castillos de un floreciente futuro venidero. Empecemos por el presente. Reconfiguremos nuestra mente y movámonos con nuevos objetivos y metas. Dejemos de repetir lo que tan instalado esta en nosotros y arranquémoslo de cuajo; empecemos de nuevo, destrocemos nuestras deshilachadas páginas de no-vida, y escribamos un Nuevo Libro con el que edifiquemos sólidamente nuestra auténtica existencia.

Desechemos al fondo de la basura las viejas creencias y proclamas que dominaban nuestra vida; mandemos todo a la papelera de reciclaje: ¡Que la mierda amontonada en nuestro psiquismo se diluya por la taza del váter!

Es el momento de renacer de nuestras cenizas, deshacernos de nuestras rancias cadenas y echar a volar hacia el centelleo mágico de un reverdecido y despejado cielo.

Estamos llenos de horizonte, se nos está quedando pequeño; queremos ir mucho más allá de lo que hemos conocido hasta ahora: queremos abarcar lo incognoscible, lo ignoto, aquello que se nos ha ocultado desde nuestra creación. Ahora tenemos ansia, hambre, avidez de conocer quiénes somos realmente, de recorrer todos los rincones del cosmos y de crear infinitos universos nuevos cada segundo.

¡Vuestros paradigmas ya no soportan nuestra explosión de luz! ¡Estáis resquebrajándoos como  la copia barata que sois! ¡Vuestra mátrix se desvanece y ya no hay vuelta atrás!

Aquí estamos una vez más, con nuestro honor y coraje, creando nuevos mundos de la nada y expandiendo la semilla de un porvenir Regio, Sagrado, Soberano y Digno.


¡Transmútate tú y transmutarás al mundo!

domingo, 11 de junio de 2017

“Mundo colonizado”. Naturalización de un entorno prefabricado.




La “sociedad burocrática del consumo dirigido” en la que estamos inmersos, se basa en la instrumentalización de la tecnología, la ciencia, y la utilización masiva de herramientas “racionales” de dominación, como son, por ejemplo, las referidas a la psicología de masas.    

El aparato de dominación influencia ideológicamente en la población para ocultar el desequilibrio económico que se da en la realidad social, ya que la deriva tecnológica y el consumo despilfarrador, crean una miseria económica y social difícil de aceptar por el propio sistema, intentando así invisibilizarla por todos los medios posibles. Por eso, Ceballos se refiere a nuestra sociedad de “aparente felicidad consumista” en los siguientes términos:

“la parafernalia de afanosos y obsesivos compradores de regalos, de alimentos, de bebidas y de felicidad etiquetada y fugaz, constituye únicamente el escenario fastuoso que esconde el entramado de explotación y miseria que prevalece entre individuos, clases y naciones; un mundo desigual e inicuo en donde las grandes mayorías se encuentran marginadas de los bienes más elementales”. 

Este pauperismo encubierto –que ya es imposible de encubrir– queda opacado por la intensa ideologización a la que se somete la población, con los mass media, la propaganda estatal y la omnipresente publicidad que realiza la función de dulcificación ficticia de la existencia, impidiéndonos ver la realidad tal y como es. De ahí que la influencia intrusiva de los aparatos ideológicos del sistema, sea tal, que el esfuerzo que tenemos que hacer hoy en día para atisbar rasgos de la verdadera realidad y, más aún, aceptarla en su total crudeza, supone un ejercicio de heroísmo magnánimo, dado que nunca en la historia hemos estado tan sometidos, tan subyugados y controlados, ni, por otra parte, hemos sido tan conformistas, sumisos y manejables. 

La situación en la que estamos sumidos hoy en día,  es sumamente desfavorable para nuestra liberación, tanto individual como colectiva, puesto que nuestros grilletes se hacen cada vez más visibles y cada día que pasa nos hundimos un poquito más en el pozo oscuro de la autodestrucción. Nos hemos dejado llevar por “ensoñaciones” a las que regalamos nuestro poder, y ahora éste, se nos ha vuelto en contra. Ya somos capaces de confrontarlo, se nos ha ido de las manos y no tenemos ni el conocimiento ni las herramientas para enfrentar y revertir esta situación de total desventaja en la que nos encontramos.         

Aquellos que nos llevan gobernando –en la sombra–  durante milenios, han sabido estructurar un sistema  tan perfecto –para sus intereses, obviamente– que nos subyugan de una forma tan sutil, que ni siquiera nos damos cuenta de que lo hacen. Esta cuestión, ya la puso de manifiesto Foucault en Vigilar y Castigar, aduciendo que nuestra sociedad se regía por la sutilidad y la eficacia de unos “mecanismos de control panóptico” con los que el sistema  puede “vigilar y no ser visto”, o lo que es lo mismo, nos monitorea, controla y manipula sin que nos demos cuenta de ello.  De este modo, es así como nos viven, nos piensan, nos sienten, nos hablan y nos sueñan… ¿Y todavía nos creemos que hacemos algo por iniciativa propia? Claro que sí, nos creemos que vivimos en el paraíso de la libertad, es más, nos convencemos de que somos la especie más evolucionada del universo y que todo lo demás es barbarie y salvajismo animal. Pero, ¿no será que nosotros somos los bárbaros y los salvajes? Porque si nos detenemos a pensar, quizás salimos muy mal parados: ¿quiénes están destruyendo el planeta? ¿Quiénes se están autodestruyendo  a sí mismos como especie y exterminando a los demás seres vivos que conviven con él en su mismo planeta?                    

Los ideólogos del sistema, nos han creado una percepción totalmente distorsionada de la realidad en la que vivimos, hasta el punto de que llegamos a percibir este mismo sistema como un entorno natural, cuyo entramado estructural y relacional es innato a nuestra propia esencia;  que es algo “de toda la vida”, que siempre ha estado ahí, que nos ha acompañado desde nuestro nacimiento como especie. Pero entonces, si afirmamos esto, deberíamos aceptar que nuestra esencia es desigualdad, voluntad de poder, dominación, violencia, avaricia, competitividad, intimidación, codicia, esclavitud, vanidad, usura, cálculo, miseria, envidia, mezquindad, egolatría, opresión, humillación, tiranía, miedo, mediocridad, terrorismo, fanatismo, dogmatismo,  engreimiento, narcisismo, solipsismo y egoísmo, por lo que podríamos pensar lo siguiente: ¿el capitalismo ha estado siempre en nosotros?, es más, ¿nosotros somos el capitalismo?  No sabemos si alcanzaremos a responder a tal pregunta, pero lo que sí que es seguro, es que hemos interiorizado tanto estas “máximas” del sistema, que se han inyectado genéticamente en nuestra esencia, hasta el punto de naturalizar ese comportamiento regresivo y creer que así seremos capaces de evolucionar, de recrear en la tierra el paraíso del que una vez fuimos expulsados. Por tanto, estamos totalmente equivocados, al pensar que la sociedad que hemos creado es el mejor de los mundos posibles, ya que si escarbamos, solamente un poco, en nuestro interior,  veremos que hemos dado vida a una auténtica monstruosidad que nos está carcomiendo por dentro.  

Estamos, pues, como ya hemos señalado anteriormente, en una “granja humana”  compuesta por un ganado esclavizado –nosotros–, cuya única finalidad es ser sumiso y obedecer a sus amos para alimentarlos. Además, nos han hecho creer que no existe alternativa ninguna a este sistema, que es algo que viene dado por alguna fuerza superior a la nuestra y que debemos resignarnos y aceptar la humillación cotidiana a la que estamos supeditados. De ahí que nadie luche ni alce la voz. No hay ningún ser que grite la verdad de la principal causa de nuestro estado de esclavitud.  Nos moldean a su gusto e interés, y nos manipulan a su antojo a través de un proceso de socialización-programación teledirigido, en el que nos inoculan, tanto consciente como inconscientemente, una cosmovisión concreta de experiencias, deseos, aspiraciones, proyección social y de relación con otros totalmente mediatizada por los aparatos mediático-culturales.     

Este proceso, no es simplemente una adaptación al ambiente del entorno para sobrevivir, sino que supone, como plantea Marcuse, una “mimesis” en la que el individuo se fusiona con la sociedad, concibiendo a ésta  como a un “todo” integrado en su propio ser, por lo que nuestra psicología es invadida por creencias y dogmas externos que interiorizamos y que expresamos de forma automática sin tener constancia de ellos, lo que hace que se reproduzca un modelo de vida (auto)impuesto, de modo que toda nuestra vida está automatizada e invadida hasta el absurdo por proclamas del sistema que nos recuerdan lo que debemos  creer, pensar o hacer en cada momento.        

En este aspecto, como bien señala Habermas, estamos inmersos en un proceso de “colonización del mundo de la vida”  en el que el sistema se ha apropiado de nuestra existencia para adueñarse de ella en su totalidad, estrechándose así, aún más, el espacio para expresarnos tanto exteriormente, en la cultura y en la sociedad, como internamente, en el desarrollo de nuestra propia interioridad subjetiva. Este proceso adquiere una gran relevancia, en tanto que ya no somos dueños de nuestro propio pensamiento y comportamiento, sino que somos teledirigidos hacia un destino prefabricado, del que ya no tenemos escapatoria. Por tanto, esto lleva a cuestionarnos qué es aquello que actúa en nosotros cuando nos expresamos en el contexto funcional de la sociedad: ¿nuestro “yo-sistema” o nuestro “yo-soberano”?

Entonces, dependiendo de la elección de cada uno de ellos, así será nuestro nivel de soberanía autónoma frente al sistema,  lo que conlleva inexorablemente que entre ambos exista una relación inversamente proporcional: cuanto más presente se haga el “yo-sistema” más se desplazará y aminorará el  “ yo-soberano”  que existe en nosotros, y en consecuencia, más dependientes, obedientes y sumisos al sistema seremos; no así al contrario, ya que cuanto más presente esté el “yo-soberano” en nosotros, más independientes, autónomos y libres seremos. Lamentablemente, esto último, en nuestra sociedad actual, brilla por su ausencia. La manifestación del “yo-sistema” es la que impera en los individuos del mundo de hoy, cuya llama interna, se está marchitando para apagarse por completo y desaparecer por siempre.

lunes, 5 de junio de 2017

Vocación lumínica.


No desperdicies tu energía en algo que ni te va ni te viene. Haz lo que realmente te gusta; aunque no veas los resultados de tu labor en lo inmediato, no desistas si ves que tus esfuerzos no se concretan: Persevera, insiste, continúa, avanza.  No te nubles ni te dejes enturbiar el ánimo por la cuestión monetaria y los asuntos relativos a la supervivencia material de esta selvática mátrix;  si tú estás entusiasmado internamente, das brillo a todo lo que haces, pones toda la carne en el asador y te dedicas en cuerpo y alma a tu propósito,  solo es cuestión de tiempo que en lo externo se refleje el valor y la prosperidad pletórica que emanas por todos los poros de tu piel.

No pierdas tu tiempo en actividades que simplemente te dan dinero para subsistir. No estarás a gusto, pleno, dichoso ni enérgico y eso se resentirá no solo en tu bolsillo, sino que repercutirá directamente en el envilecimiento y auto-negación de tu ser;  si tu no otorgas  valor espiritual a todo lo que haces, éste escaseará en todos los ámbitos de tu vida, poco a poco se irá corroyendo tu luz y languidecerá hasta desaparecer por completo tu impulso vital de autosuperación y trascendencia;  si te pliegas al yo psicológico del miedo a la escasez  que te ha implantado el otro, caerás en la trampa continua de la desvalorización propia y vivirás en un constante estado deficitario, en una necesidad continua de rellenar, con la falsa sensación de seguridad que te ofrecen los bienes, relaciones y experiencias mercantilizadas de lo externo, tu vacío existencial;  te auto-consumirás a ti mismo y no quedará nada en tu interior.

No pongas sentido a los paradigmas de la cultura y focalízate en lo auténtico de ti mismo, en tu verdadera vocación, en tu sagrada acción primordial. No has venido a este mundo para copiar ni imitar a nadie, tampoco para adaptarte a patrones externos que otro generó para subyugarte y mediocrizarte. No cedas al discurso del miedo imperante con el que intentan neutralizar tu caudal creativo. Tú eres mucho más que eso. Determina tu propio valor; sé obstinado y dirígete, con tesón y voluntad,  hacia la expresión prístina de tu in-genio,  originalidad y particularidad propia.

Te has encarnado aquí para ser tú mismo. Abandona ya los caminos trillados y estandarizados de la cultura y descubre la vía del corazón: Tu propio sendero inmortal.

Cuanta más luz des, más oro recibirás. 

jueves, 1 de junio de 2017

Recuerdo invicto.


No puedes permanecer estático ante el devenir fenoménico. Si utilizas siempre la misma fórmula, se te acabará agotando y estarás anquilosado en el pasado. En esta época los cambios se aceleran, todo sigue un ritmo frenético, en unas horas quedas totalmente desfasado; si no estás abierto a lo nuevo, te paralizarás en un inmovilismo perpetuo sin saber por dónde tirar ni qué dirección tomar.

Es hora de probar cosas novedosas: si quieres resultados diferentes, haz cosas diferentes. Ya no seas tan rígido contigo mismo, sé más flexible y adaptable al mundo que te rodea, sé más permeable y nútrete de las circunstancias, relaciones y energías que se mueven en tu derredor; no importa si son densas, de una materialidad ínfera o si son de una toxicidad extrema: transforma el veneno en alimento; sutiliza, sublima y transmuta toda esa morralla infecta que es el día a día, y conviértela en una experiencia dionisíaca, sagrada y completamente liberadora;  que cada acto que acometas sea un éxtasis impregnado de ambrosía divina, un sorbo celestial propio del néctar lumínico de los dioses, un gozo imperecedero digno del paraíso.

Las pequeñas cosas de la vida diaria son las que adquieren la significación grandiosa de tu existencia. Según la actitud y la predisposición mental con la qué te tomes las cosas, así será tu desarrollo vital: si todo te parece una mierda, vivirás en un hedor inmundo lleno de pestilencia, tufo y hediondez putrefacta; por el contrario, si todo te parece un mundo lleno de posibilidades constructivas con las que puedes crear tu propia realidad y construir tu propia existencia, vivirás en tu propio mythos:  tu vida será heroica, forjarás tu propio destino en cada paso que des; nunca jamás las circunstancias te doblegarán, porque tú serás el dueño absoluto de ellas, sabrás que tú generas tu propio camino vital y comenzarás a responsabilizarte de todo aquello que piensas, sientes, dices y haces; cuanto más coherente e íntegro seas contigo mismo, mucho más compacta, sólida, estable e inmutable será la realidad que vivirás.

Por tanto, nunca busques tus atributos fuera de ti, encuéntralos en tu interior: Tu metamorfosis empieza dentro de ti.

Recuerda que todo en esta vida puede ser negociable excepto una cuestión primordial: la soberanía propia de tu espíritu. Si eres libre para elegir tu sendero existencial: qué más darán los acontecimientos, sucesos o contingencias que ocurran en lo externo… ¡Lo interno siempre decidirá tu vida! Por eso, descubre cuál es tu finalidad suprema y márcate como objetivo trascendente cumplir con tu propósito existencial: ¿Aún no sabes para lo que has venido aquí? ¡No malgastes más tiempo y recuerda tu meta vital! Entusiásmate con tu cometido divino en esta vida y proponte la consecución imperativa de aquello para lo que te has encarnado en esta tierra; si tienes un motivo por el que luchar, estarás motivado y, en consecuencia, tu emotividad te dará el vigor, la fuerza, la persistencia, la entereza y la voluntad que te dirigirá hacia el triunfo de ti mismo.

Si sabes quién eres, imperiosamente llegarás a serlo.


Síntesis del Blog. FIN

"La Vía del Rebelde Autárquico: la que labra su propio sendero, la que inicia una nueva ruta, la suya propia, con la íntima convicción ...