Nuestra
sociedad esta prediseñada por un programa virtual que reemplaza la verdadera
existencia humana. Los seres humanos actuales estamos hipnotizados por el
ruido, las pantallas, el desasosiego, el agobio-estrés, el dinero, y el
universo artificial que hemos creado, el cual, nos ha desconectado de nuestra naturaleza
esencial para ser objeto de un formateo
externo que ha anulado toda capacidad de espontaneidad en la propia
autodeterminación de nuestras vidas,
para transformarnos en autómatas
digital-robotizados, cuyos mandos vitales, son manejados por otros.
Es
así como estamos reduciéndonos a una realidad binaria en la que todos elegimos
entre “0 ó 1”, “A ó B”, “rojo ó azul”… No hacemos más que ver un mundo de
dualidad programática en el que nos distraen con la elección opuesta de una
misma cosa, con la gradación pendular de un mismo tronco, en el que nos hacer
creer que podemos elegir libremente para adherirnos a unas identidades
concretas diseñadas previamente por otros, y por lo tanto, ajenas a la realidad
propia e inmutable de nuestro ser. Lo peor de todo, es que pensamos que son
nuestras elecciones, nuestras identidades, y no miramos más allá de lo que se
nos presenta en nuestras narices, puesto que si hurgamos en las profundidades
de sus agujeros, nos daremos cuenta de que todo, absolutamente todo, está
prefabricado.
Desde
algún lugar (cuyo nombre no queremos recordar) se nos crea una ilusión 3D que
nosotros alimentamos con nuestras creencias: ¡hemos pasado de soportar los
grilletes de una rudimentaria y primitiva caverna de Platón para vivir en una
celda cibernética de barrotes invisibles en la sofisticada y actual Matrix holográfica!
En
esta Matrix no ha lugar a nada más
allá de lo urdido. Nuestro cerebro solo es capaz de percibir un “holograma”
impedido y limitado en su propia reverberación de programación restringida y
teledirigida. Como en un videojuego, los avatares, los escenarios y los niveles
de las pantallas, están ya diseñados sin posibilidad de alternativa, sin margen
para la ruptura de ningún tipo de línea
de fuga. Todo está perfectamente pixelado, sin margen de error, sin
posibilidad de equivocación. Nos han creado un sistema perfecto, sin fisuras,
sin grietas, es un fortín de acero impenetrable que no ofrece alternativa, que
todo lo engulle, que se alimenta de toda eventualidad y circunstancia para
transfigurándolo en su propio beneficio y así, engordar y perpetuar su
continuidad en el tiempo.
El
sistema actual, ha llegado a tal grado de perfección, que nos es totalmente
imposible crear otra alternativa. Por eso nos ha cortado las alas, ya no
podemos soñar con volar hacia lo alto, nos ha embotado hasta un límite que roza
la desaparición de lo humano y simplemente somos seres-binarios que se comportan según la programación establecida,
como si en nuestro ADN ya estuvieran los comandos de pensamiento y actuación
que nos obligaran interiormente a crear esta realidad que nos coacciona
externamente; quizás, no hagan falta imperativos culturales que coarten al
individuo, sino que interiormente –por defecto– ya venimos prediseñados para
ser dóciles y sumisos, perpetuando así, nuestra situación de esclavo.
Esto
no es nuevo, ya lo decía Buda hace aproximadamente
más de dos siglos y medio, insistiendo en que es la propia mente del hombre y no su enemigo lo que le atrae a los malos caminos; esos
caminos de mirada amarga hacia lo externo en la que no nos damos cuenta de que
únicamente somos esclavos de nosotros mismos.
En consecuencia, la inconsciencia de nuestra propia naturaleza nos hace
padecer un tormento y una aflicción crónica que intentamos ahuyentar de cualquier
forma posible para zafarnos de esas sensaciones, que deterioran la finitud de
nuestra vida en una eterna búsqueda de perfeccionamiento de la naturaleza que
nos rodea, sin ni siquiera conocer los secretos y misterios de la nuestra; por
lo que, en vez de conocer nuestra propia interioridad, optamos por una desviación
externa de nuestro camino, en la que ya es más que probable, que nuestra autosuperación ya no sea la respuesta
más acertada, sino nuestra autodestrucción.
Asimismo,
hemos creado un sistema que se nos ha ido de las manos, que se nos desborda en sus límites; es más,
¿quién sabe si los tiene? Ya no se aprecia la forma exacta de las cosas. La realidad
es una sustancia informe e indeterminada que penetra en nuestros sentidos, pero
que, a su vez, nos perdemos en ella, nos difuminamos en su intangibilidad, en
su monstruosa abstracción que nos impregna de una incomprensión existencial; de
modo que, ante tal confusión, queremos aprehender la realidad con nuestras
manos, focalizar nuestra mirada en la esencia de los entes y lo que resulta de
ello, no es más que una copia defectuosa de la naturaleza, potenciando a su
vez, la hipertrofia
virtual que excede a la realidad misma; la hipérbole de la medida de la
naturaleza; la exageración de la justa
medida. Todo va más allá, en un horizonte inacabado sin final, en el que
siempre se repiten las mismas historias, en un continuo eterno retorno de lo mismo, degradándose cada vez más en
su posterior imitación de sí misma, descendiendo hacia el subsuelo de la
no-existencia, y convirtiéndose en un escenario inmóvil, en un decorado que nos
refleja que lo vivo ha muerto, y que la única realidad es la apariencia de lo
que alguna vez se llamó vivir.
En
este contexto de no-vida, los seres humanos vagamos inconscientemente en las
rutinas y desmanes de la terrorífica
escena diaria que hemos creado durante miles de años, y de la que, para
algunos optimistas esperanzados, algún día saldremos. Pero hasta el momento,
las características esenciales del ser humano, son el
miedo y la frustración de un intrínseco desamparo original que no le permite
tener consciencia de qué está haciendo en este videojuego, denominado
comúnmente como realidad.
En
fin, al hilo de lo expuesto, preguntémonos sobre lo siguiente: ¿algún día
saldremos de la pantalla? ¿Nos convertiremos en lo que somos realmente? ¿Habrá
una alternativa a esta programación predeterminada de la que nos es imposible
salir? ¿Existirá un avatar-sujeto que se rebele y le diga al que está a los
mandos del juego… ¡Este juego se ha terminado! ¡GAME OVER!?
Leer La Rebelión Autárquica. Ensayo sobre la liberación del ser en tiempos de espejismo social.
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