Sobreponte a las
adversidades que te impiden caminar. No te pares ni te arredres porque perderás
tu norte. Ante todo, sigue la brújula de tu intuición y no gastes mucho tiempo
pensando qué hacer. Solo escudriña tu interior y sabrás cuál es tu cometido en
esta vida. Si actúas con miedo al qué dirán y a los dictados de la aprobación
ajena, te hundirás un poco más en tu umbría y laberíntica ciénaga mental. El
otro te habrá ganado la partida y tu mirada estará sujeta a la mudanza,
superfluidad e inautenticidad de lo externo; te convertirás en un zombi
automatizado, en un espectro lobotomizado cuya voluntad propia es
(auto)mutilada constantemente; serás un objeto cultural más que sirve a
los intereses de otro y no a los tuyos propios.
Sigue tu propia naturaleza y
resiste ante toda imposición de un ritmo externo. Si a todos les parece que lo
estás haciendo muy bien y no te ponen ninguna pega a tu vida, desconfía, algo
estás haciendo mal: estas actuando bajo el amparo de los paradigmas culturales.
Záfate de todo eso, y ve a lo que suponga un reto, un desafío y una verdadera
batalla para ti; dirígete hacia aquello que realmente no te atreves hacer por
miedo a los juicios externos o a traumas que el otro inoculó en ti. Si quieres
ser completo, no puedes seguir fragmentado, dividido y embebido en las pequeñas
cosas confortables de tu cárcel egotista.
Has de cortar con toda atadura y
liberarte de toda forma, categoría o estereotipo con el que te encasille la
cultura, y con el que tú mismo – al carecer de un sólido y firme referente
interno- te identificas.
Deja de comportarte como si
fueras un número que no vale para nada más que para pagar impuestos, consumir y
trabajar. Salte de lo cuantitativo y entra al reino de la cualidad, a la
auténtica realidad, a tu ser.
No des más pábulo a lo externo.
Utilízalo como una “mesa de operaciones” para leer tu realidad interna,
conocerte a ti mismo y las leyes de todo el cosmos. También, no lo olvides,
para actuar, en todo momento, con el vigor y fortaleza de tu espíritu en acto y
trascender la dualidad fenoménica de este mundo integrando los opuestos que se
te presentan a diario.
El conflicto es consustancial a
este plano, ya que la tensión que producen los pares de opuestos, generan ese
desorden y caos que percibes en tu interior y fuera de ti. Por eso, no te tomes
nada como personal ni te enfrasques en luchas en lo externo: ¿A quién pretendes
cambiar si primero no cambias tú? Mira a tú alrededor, ¿Qué hay?: Odio,
envidia, codicia, competitividad, miedo, ira, salvajismo, sufrimiento, dolor,
mediocridad, peleas, engaños, estrés, rencores, angustia, inseguridad…
¿Acaso crees que todo eso que ves en lo externo no lo estás creando tú en tu
interior?
Toma las riendas de tu
existencia y ten conciencia de que tú –y solo tú– eres el único
responsable de lo que acontece en tu vida. Presta atención a todos tus
pensamientos, sentimientos, palabras y actos… ¿Eres tú el dueño de ellos o son
ellos los que te dominan a ti? ¿En realidad piensas lo que quieres pensar,
sientes lo que quieres sentir, dices lo que quieres decir y actúas como has de
hacerlo?
¡Si no ejecutas tu
voluntad en nada de esto, el otro en ti está viviendo por ti! ¡No estás
viviendo tu vida y, menos aún, existiendo por ti mismo!
Ponte las pilas, bastante tiempo
de vida has malgastado dejando que los demás vivan por ti. Eso se ha terminado
de una vez por todas. Lo primero que has de hacer es tomar conciencia de tu
respiración y comenzar a respirar, por primera vez, por ti mismo; que nunca más
sea un acto inconsciente y automático, sino un acto de inmensa y divina
voluntad. Pronto, este cambio de conciencia, se extenderá y embriagará de su
néctar sagrado e inmortal el resto de tu existencia.
Empieza a considerar sagradas
todas las cosas que hagas, valóralas y agradécelas sumamente por haber llegado
a tu vida y haberte dado la posibilidad para expandir tu conciencia y liberarte
interiormente de tus ataduras psíquicas. Has de hacer esto hasta en las más
pequeñas e ínfimas cosas que puedas imaginar, ya que no existe nada insignificante
en esta vida, todo es excelso y magnánimo, y si así consideras cada aspecto de
tu vida, así se tornará en su totalidad.
Estate atento al vibrar interno
que produce el hecho externo: reconoce esa tensión fragmentada en ti, y
permanentemente únela, intégrala, copúlala, fusiónala, y júntala dentro de ti,
verás cómo tu kosmos interior reordena cada elemento integrado en sí
reflejando su expansión armónica en tu realidad externa.
Tú voluntad hará que transites
tu propia órbita y que ilumines tu propio centro gravitacional: Tu estrella.