Este
proceso de debilitamiento del ser humano mediante la destrucción de todo
aquello que le caracteriza de forma natural y espontánea, causado en gran
medida, como hemos planteado en anteriores párrafos, por la imposición de
agrupamiento en masa como forma de estructuración convivencial de la sociedad,
ha hecho que seamos unos sujetos atomizados y aislados a merced absoluta del
condicionamiento super-estructural del aparato del poder, es decir: nos hemos
transformado en sujetos aptos para que nos engañen y nos manipulen
descaradamente. ¿Pero cómo lo hacen? En la totalidad de las ocasiones, a través
de la planificación sistematizada de discursos persuasivos, o lo que es lo
mismo, la persuasión ideológica organizada comúnmente llamada como propaganda, que es definida por Bernays,
como “simplemente, una convincente declaración de veracidad”.
Aquí
es necesario apuntalar que el máximo representante de la propaganda moderna, es
Edward Bernays, quien fundó las
actuales Relaciones Públicas, disciplina nacida bajo la fusión de la ideología
política con la publicidad, dando resultado al marketing actual de nuestros
días. En su desarrollo, Bernays plantea que la propaganda en la actualidad, es
“universal y continúa”, cuya única finalidad es “disciplinar al público para
que gaste su dinero”.
Con
arreglo a esto, “los forjadores de opinión” –como Bernays llama a los
propagandistas ideológicos-publicitarios de nuestra sociedad– realizan campañas
planificadas de ingeniería social para crear tendencias ideológicas artificialmente
diseñadas y moldear y condicionar la opinión pública en beneficio de los
intereses de la élite gobernante, y así
poder conseguir más fácilmente “la aprobación de las masas”. Asimismo, Bernays,
en su libro Propaganda, no sólo se
limita a describir lo que hoy en día es un hecho más que visible –aunque
algunos no quieran abrir sus ojos–, sino
que va mucho más allá en sus pretensiones de dominación psicológica total de la
sociedad, planteando que “la nueva propaganda no sólo se ocupa del individuo o
de la mente colectiva, sino también y especialmente de la anatomía de la
sociedad, con sus formaciones y lealtades de grupos entrelazados”, lo que
significa que las acciones planificadas que plantean los ideólogos del poder,
van dirigidas a controlar cada conducta del ser humano, para minimizar nuestra
resistencia individual frente a sus ataques ideológicos invasivos; hasta el punto de que penetren en nuestra
conciencia interior sus dogmas y credos capitalistas para infantilizarnos y, así,
ser aún más dependientes del poder constituido. Esto se expresa en la masiva
manipulación a la que estamos sometidos, lo que implica que no somos dueños de
nuestras propias vidas, sino que nos manejan a su antojo a través de los
impulsos involuntarios e instintivos de nuestro inconsciente colectivo; por lo que podemos afirmar sin ningún género
de dudas, lo mismo que ya señalaba Lacan, que el sujeto actual " no habla
sino que es hablado".
En este aspecto concreto –como
en la mayoría– nuestra confusión generalizada está producida por la tremenda
influencia que tiene la propaganda ideológica del poder en nosotros. Vivimos
hipnotizados y desconectados totalmente de los mandos de nuestras propias
vidas, del conocimiento directo con nuestro espíritu, cegándonos en el olvido
de nuestro origen, por eso no hacemos más que vagar a merced de lo que dicten
los otros, sin ningún tipo de control sobre nosotros mismos.
En todo este tiempo, el aparato
de dominación ha llevado a cabo un proceso de desnaturalización de nuestro
propio ser, en el que nos hemos convertido en seres fragmentados que son
incapaces de comprender y dar coherencia a su propia existencia. Nos instan a
vivir abocados en una continua disconformidad con nosotros mismos, en un
perpetuo conflicto interior entre aquello que realmente somos y las exigencias
externas que nos obligan a comportarnos según los paradigmas culturales
prefabricados por el sistema, por lo que se produce en nosotros, lo que Leon
Frestroyer llama “disonancia cognitiva”,
proceso que se da en nuestro interior de una manera intensamente permanente. Este fenómeno psíquico, implica que estemos en
una situación interna de extrema tensión y angustia, debido a la
incompatibilidad que confiere dos sistemas de ideas simultáneamente en nuestro
fuero interno, ya que sentimos la fuerza de nuestra naturaleza propia expresarse
en nuestro interior, pero generalmente, es socavada, en la mayoría de los
casos, por nosotros mismos, puesto que nos rendimos ante la imposición de un
producto “artificial” del sistema, que se acaba imponiendo irremediablemente
como nuestra naturaleza “impostora”.
Por tanto, nuestra incongruencia
existencial potenciada por el propio sistema, genera la existencia del mismo en
nosotros, y su reflejo opresivo en el exterior, esto es, sucumbimos ante la
cosmovisión del mundo que nos impone el sistema, envolviéndonos toda nuestra realidad, como un escenario
naturalizado propio de nuestra esencia. De modo que nos inducen a un estado
perturbador, de confusión, de completo aturdimiento para que no encontremos
nuestro propio centro, nuestra propia coherencia interna ni la propia
integración de la dualidad fragmentada inherente a nosotros.
Así pues, la realidad que el
sistema produce para nosotros, está
programada para que no consigamos alinear nuestros pensamientos, creencias,
actitudes y comportamientos, ni tengamos una coherencia entre lo que pensamos y hacemos, ya que
significaría tomar las riendas de nuestra propia vida y empoderarnos como
individuos absolutos frente a las injerencias y agresiones externas, lo que
obviamente, no les interesa.
Desde esta lógica, la finalidad
de la propaganda sistémica con la que nos bombardean, además de que nos
rasquemos los bolsillos y de robarnos con nuestro “consentimiento”, es
infectar nuestras mentes con su visión darwinista y reptil del mundo,
donde nos inducen al odio crónico, a la violencia sistemática, a la competencia
sin medida y al hedonismo embotador de conciencias; su único objetivo es el
puro control social per se, por su
placer personal de ver a miles de millones de personas sufriendo a diario, sin
nada que llevarse a la boca, sin ningún techo con el que refugiarse, matándose en guerras inventadas, sin
posibilidad de conocer la felicidad en este mundo, cuya única alternativa que
les queda para escaparse de esta insoportable existencia, es el suicidio
masivo.