domingo, 30 de abril de 2017

La Voluntad del Deseo Agápico.


El cambio se acelera, ya está aquí, lo podemos oler, tocar, saborear… No tienes que ir a buscarlo a ningún sitio, está dentro de ti, en la tierra que se posa bajo tus pies, en el sol que te ampara sobre tu tez.  Cierra los ojos y despierta; déjate llevar, no opongas resistencia a la manifestación prístina de tu ser. Acalla tus yoes psicológicos; éstos te inducirán a vivir en la eterna repetición de la vieja era, en las dialécticas y discursos imposibilitadores de los paradigmas que ellos mismos han inventado para mantenerte en un estado de letargo hipnótico. Rasga el velo de maya, corta los hilos del destino que el otro te ha prefijado y sostente en el no-tiempo, en la indefinición de lo desconocido, en lo nuevo, en la creación de un futuro que se exprese en la multidimensionalidad del presente.

Destruye los muros psicológicos de tu mente, purifica las turbulentas aguas enfangadas de tus emociones y recupera el poder sobre tu cuerpo. Elimina todo patrón automático, todo automatismo que te hace recorrer un camino que no es el tuyo.  Reconoce todo lo que no es tuyo que habita en ti, acéptalo, y transmútalo; otórgalo una función que te sirva a tus propios fines y propósitos, encáuzalo hacia el reino de tu voluntad y recobrarás el poder que te pertenece por derecho divino: la soberanía regia de tu propia existencia.

Ya no es momento para vegetar por la vida con tus fuerzas divididas, es decir, pensando una cosa, sintiendo otra distinta, y haciendo otra completamente diferente. ¿Qué lugar das a tu palabra? Si no unificas tu pensamiento, palabra y sentimiento, jamás conseguirás lo que pretendes… por lo que nunca cumplirás lo que dices y seguirás fragmentado y enfrascado en el “demonismo de la dialéctica”. ¿Acaso no sabes que lo infernal se representa con una lengua bífida? Mira ahora tu vida, si todo lo que ves a tu alrededor es caos, desorden, hastío, descontrol, irascibilidad, encontronazos con otros… ¡eso es el infierno en la tierra! ¿De verdad quieres seguir experimentando eso? ¡Eso es vieja era! ¡Traigamos el paraíso a la tierra! ¡Que la luz celeste de nuestro corazón sea lo que impregne nuestra vida entera!

No esperes a que nadie unifique los pedazos rotos de tu lengua, eso te toca a ti solo. Escucha lo que sale por tu boca y verás tu realidad reflejada ahí afuera. No busques más culpables ni te pelees con los demás por imponer tu errónea postura: ellos están tan equivocados como tú. Solo tienes que hacer una cosa: cumplir tu palabra.  En efecto, nombra aquello que quieres generar en tu realidad y no interfieras en la de otros. ¡Que cada uno haga lo que le dé la gana mientras no se meta en la vida del otro! Tú ve a lo tuyo y disfruta de la vida, genera una existencia propia donde tu vida y tu muerte sean determinadas por ti mismo, donde tu meta principal sea la expansión de conciencia, el recuerdo de ti mismo, el crecimiento agápico-armónico y la liberación espiritual.

En la nueva era ya no tienen cabida los /no sé, los puedo/no puedo, los tengo/no tengo y los debo/no debo, con los que tanto hemos sido sometidos y subyugados durante milenios¡Ahora nosotros hemos decidido ser libres, liberarnos de las cadenas que nos anclan a la materialidad ilusoria del otro! ¡Hemos decidido levantarnos y mirar hacia lo alto, hacia la magnificencia del sol, hacia la trascendencia del espíritu! Ahora nuestro destino es Volar y Brillar; manifestarnos bajo el signo del honor, el entusiasmo, la integridad, la belleza y la prosperidad radiante y resplandeciente.

En nosotros solo existe YO DESEO; ¡que así sea NUESTRA VOLUNTAD!

jueves, 27 de abril de 2017

La voluntad hedonista. Goce consumista y vocación tanática.



En la actualidad, la idea de felicidad sigue más vigente que nunca, pero las condiciones sociales y económicas son totalmente distintas a las de hace unos años, donde todo parecía ser un mundo de felicidad inacabable. ¿Y ahora qué? Pues parece ser que seguimos añorando esos años de consumo desenfrenado para disfrutar del hedonismo y placerismo sensualista-material, de ahí que pidamos que mejoren las “dádivas” dentro del sistema, y no su total ruptura y eliminación, puesto que eso supondría que las ideas enfermizas de la sociedad de consumo vigente –bienestar y calidad de vida– desaparezcan por completo.   

Nos hemos convertido, pues,  en un producto prefabricado de los valores preconizados por la fun morality, en la que la “fiesta” es el valor central de nuestra vida.  Tal y como plantea Eguizábal, en nuestra sociedad “No divertirse es perder el tiempo, todavía más: es malgastar la vida. El disfrute es una obligación”. Esto significa que nuestra vida se haya banalizado y degradado a tal extremo, que hace que simplemente existamos para que llegue el fin de semana y poder salir a los bares, ligar a oscuras junto a un estridente ruido en las discotecas, alcoholizarnos y olvidar así la triste vida que hacemos de lunes a viernes, puesto que las condiciones actuales del trabajo asalariado, suponen una explotación y obediencia a un sistema que nos humilla, nos ridiculiza, nos hace sentir como una basura, y que, además, se aprovecha de nosotros porque sabe que nuestra situación es precaria y debilitada; por lo que siempre optamos por callar, doblegarnos y arrodillarnos para poder “malvivir” en esta estafa crónica en la que nos roban vida tras vida… Desde esta óptica, Ceballos plantea lo siguiente:

 “La sociedad mediática contemporánea parecería ser un ámbito bullicioso y festivo en donde se le rinde culto al placer y en el cual reina la alegría que suscita el acceso libre al inmenso arsenal de productos que ofrece el mercado capitalista (…)  Pero la parafernalia de afanosos y obsesivos compradores de regalos, de alimentos, de bebidas y de felicidad etiquetada y fugaz, constituye únicamente el escenario fastuoso que esconde el entramado de explotación y miseria que prevalece entre individuos, clases y naciones”.

Por lo tanto, aquí podemos darnos cuenta sobre la estratagema de control-tortura psicológica a la que nos somete el sistema para languidecernos, debilitarnos y desorientarnos. Por un lado, nos da espacio para la diversión, la seducción, lo lúdico y lo eufórico de la “fiesta”, y por otro, nos presenta la obligación, la opresión, la coerción y la represión en su cara más cruda, lo que supone, siguiendo a Ceballos, que la fisionomía más característica de nuestra sociedad “resulta ser más autodestructiva que hedonista, más tanática que erótica”.        

La sociedad de consumo se ha transformado en la sociedad de “hiperconsumo hedonista.”  El acto de consumir lo tenemos tan interiorizado, que no podemos vivir sin adquirir artículos, productos o experiencias mediatizadas mercantilmente con coste monetario de por medio. De modo que la instrumentalización consumista de nuestra sociedad, se ha instalado en nuestra  genética, para no irse jamás.

El hiperconsumismo que asola nuestros días, se apoya en la ligereza e instintivo impulso libidinal de la  fun morality en la que “toda la vida cotidiana vibra con los encendidos cánticos a la diversión, a los placeres del cuerpo y los sentidos”, convirtiéndonos así , en animales irreflexivos y ganado manso para ser conducidos a través de las emociones más bajas. Esta situación inducida nos deja en un estado de indolencia y debilidad, al no ser dueños de nuestros propios devaneos emocionales y psíquicos, por lo que, ante ese temor hedonista de nuestra frágil resistencia ante el dolor y la adversidad, nos dejamos llevar por un deseo de absoluta prevención ante lo que podría presentarse como una perturbación de nuestra ilusoria burbuja de comodidad y conformidad sensualista en la que nos escondemos para no sufrir. Lo que se traduce en que todo lo externo, es un continuo peligro para nosotros, por eso, debemos modificar el exterior para adecuarlo a nuestro propio confort, a nuestra propia seguridad, a nuestro propio placer.  Por ende,  todo debe ser excesivamente funcional, aséptico y ”confort en el confort”,  que no suponga demasiado esfuerzo para nuestra cansada vida y que, sobre todo, ahorre tiempo, dado que éste nos engulle, nos fagocita en su aceleración, no lo podemos ni aprehender, ni tocar, ni sentir, es algo que no podemos ni comprar ni vender; está más allá de nosotros, pero aun así, estamos atrapados en él, encadenados a sus designios, a sus compartimentos estancos, a sus estructuras determinadas, a la linealidad de su composición, que a su vez,  nos funde con lo denso, y nos atraviesa con su paso.   
         
Lipovetsky señala que en esta sociedad hiperconsumista, “se afirman nuevos comportamientos caracterizados por la exigencia de eficacia y rapidez, por la preocupación obsesiva de ganar tiempo”, hasta el punto de que esta “conducta obsesiva” se ha convertido en la característica principal de nuestra sociedad, dado que se manifiesta en la intensidad en la que hay que vivir la vida;  todo ya, ahora mismo, en el presente. Por tanto, en la dictadura del tiempo real en la que nos vemos envueltos,  es un delito “perder” o “malgastar” el tiempo, todo debe ser ya, inmediato. De esta manera, cuando el impulso acontece en el instante presente, sin mediar pensamiento o  reflexión, el estímulo del hedonismo consumista nos arrastra hacia sus virulentas garras de irrealidad escapista, donde nos evadimos de la realidad para buscar esa seguridad pérdida, ese tiempo arrebatado, ese deseo enfermizo e inconsciente de perfección que anhelamos en nuestro vacío de imperfección vital.

miércoles, 26 de abril de 2017

Victoria incandescente.


No intentes cambiar al otro porque saldrás escaldado y con la sensación de estar rebotando constantemente contra un muro. ¿Por qué te obstinas tanto en hacer que los otros se comporten como tú quieres? ¡Anda ya! Mientras no invadan tu espacio sagrado que hagan lo que quieran. Tú vive y deja vivir. Si ves al otro en la ceguera de su propia ofuscación mental, déjalo que siga ahí, ya que si optas por ayudarlo, lo más probable es que encuentre un motivo para culpabilizarte por provocar su situación; además aunque le eches una mano y con ello mejore su situación, esto no será nada sólido ni estable, ya que has sido tú quien le ha tapado su falta y no le has dejado superar sus adversidades por sí mismo, por lo que la seguirá reproduciendo una y otra vez. Huelga decir, que el otro quizás te lo agradezca en el instante, pero pronto se le olvidará y al mínimo descuido que cometas estará como una fiera incriminándote por no haber estado ahí, por haberle fallado esta vez, por haber cambiado y no ser el de antes, por no estar a la altura de su afecto...

Nunca cronifiques la dependencia del otro hacia ti, eso no denotaría más que un redentorismo fatuo,  vanidoso y narcisista. Permite que el otro se caiga, tome conciencia de sus errores, fallas, grietas, cuestiones no aclaradas para que resurja dentro de sí todo el potencial que yace latente en su interior y lo exprese en su realidad cotidiana.

Toma nota: que cada uno arregle sus cosas con sus propios medios y posibilidades. No intentes “despertar”  a nadie si no están dispuestos a transitar su propia sombra para encender su propia luz. Si ves que esto es así, no habrá nada que hacer excepto cubrirte la cabeza con algo duro y resistente que soporte las pedradas  de ira, odio, irritación insultos, hostilidad…  que te lanzarán para no tener que ver tu conducta auténtica y obligarse a sí mismos a ir más allá de sus límites y cambiar sus hábitos teledirigidos… Éstos prefieren tachar y obviar a quién se atreve a ser sí mismo, para seguir actuando con el miedo y la cobardía que manifiestan sus yoes psicológicos e instalarse en el apoquinamiento y mediocridad.

Deja que cada uno desarrolle su ingenio con lo que tiene, que aprenda a hacer mucho con poco, que se dé cuenta de aquello que sale por su boca y se obligue a sí mismo a desarrollar un camino de transmutación interna que genere en su realidad, la bienaventuranza y la prosperidad que tanto anhela en su ser más profundo.

Comprende de una vez que muchos no quieren liberarse, sino ser esclavos de sí mismos de manera perpetua y sumisa. ¿Por qué te obcecas tanto con su liberación si ellos no la quieren? ¿Quién te crees tú para decidir por ellos? Abandona tus ínfulas de superioridad y focaliza tu puesta de sentido en ti mismo.  Primero libérate tú, y luego también. Y que cada uno haga lo propio consigo mismo.

Hazte un individuo fuerte, vigoroso, decidido, digno, íntegro, valeroso, autárquico, soberano y dueño de sí.

La victoria comienza y termina en ti; en la flamígera voluntad de tu espíritu.


viernes, 21 de abril de 2017

Elección única: LIBERTAD.


Poltrona acidia la que te hace apoquinarte y perder el tiempo de tu vida en imaginar peligros y miedos psíquicos que nunca han sido, que jamás son ni serán tuyos.

Sal de esa situación y mira más allá de ti; una sombra sobre tu espalda te está atenazando y clavando sus afilados colmillos para chuparte hasta la última gota de tu vitalidad.

¿Culpas a los demás para justificar tu inmovilismo vital? Muy bien, allá tú. Yo opto por afirmar la existencia en todos sus rincones y recovecos, por salir de la oscura cueva que asfixia tu limitada percepción y. por fin, iluminar mi vista, sentir el fulgor del sol en mi rostro, respirar su fresco aroma y empaparme de su cálido tacto: Probar el sabor de la Libertad.

Si no me quieres acompañar, ahí te quedas;  yo he elegido inspirar LIBERTAD por todo mi SER. 

martes, 11 de abril de 2017

Soberanía Inmortal.


¿Pero qué valor tiene tu palabra si no es consecuente con tus actos? ¿Si siempre te estás arrepintiendo de lo que no has hecho ni jamás harás? “Si yo hubiera hecho esto… “si hubiese esto otro lo haría de aquella forma…”. Nunca responsabilizándote de tus actos presentes, siempre evocando y proyectándote a un lastimero pasado y a un futuro hipotético no mucho más gratificante, para permanecer en tu estado de inopia, desazón, desidia,servilismo y dependencia. Siempre yéndote hacia adelante o hacia atrás, nunca estás presente, aquí y ahora, en el momento donde existen todos los momentos… “yo haría esto…”; ¿cómo qué harías? ¿Por qué usas el condicional? ¿Acaso tienen más poder las contingencias externas que tu propio deseo y voluntad?

Basta ya de justificaciones y de excusas baratas. Tus “no puedo” no tienen cabida en tu nueva realidad. ¿A quién tienes que pedir permiso para PODER? ¡Solo a ti mismo! Nadie en lo externo tiene potestad para otorgarte aquello que debes o no hacer. Si sigues amedrentándote y arrodillándote ante lo que diga el otro en ti, no harás más que regalar tu poder a ese bicho parásito que se alimenta de tu miedo fóbico, abatimiento y cobardía crónica. No temas a sus amenazas, son papel mojado que pronto se convertirán en ceniza embarrada.  Éstas nacen del miedo a sentirse inferior que tú, a que tú por fin despiertes y tomes conciencia de tu potencial divino, a que brilles con tu áurea magnificencia y pongas término a este encadenamiento al que inconscientemente te ves envuelto.

¿Para qué cojones estás en la vida si no te atreves a vivirla? Lo único que estás haciendo es prestar energía a otro que ni siquiera conoces para que la viva por ti; sufres, lloras, padeces… ¿Por qué? ¿Por los traumas no resueltos de otro? ¡Anda y que se joda! ¡Que arregle él sus problemas! Tú ocúpate de tus soluciones: de construir puentes que unan y no separen, de tender lazos que crezcan y no se anuden, de sonreír a cada instante y extender tus alas para volar en un éxtasis perpetuo.

Deja ya de buscar seguridad a toda costa ¿De qué te vale tanta? La muerte te lo arrebatará y te quedarás sin nada, solo tú frente a ti mismo en infinita soledad, viéndote cómo has malgastado el poco tiempo de vida que te quedaba, en quimeras ilusorias y acumulación de superfluidades materiales, sin haber creado nada auténtico emanado de la originalidad más profunda de ti mismo, ni tampoco algo digno de llevártelo contigo después de la muerte física, ¿acaso crees que te llevarás tus propiedades, apegos relacionales, tus miedos, arrepentimientos, lamentos? Pues si sigues cediendo tu propio poder a las circunstancias y a lo externo, sí, generarás un infierno tanático de miseria y podredumbre existencial, un vegetar por el plano astral donde se nutrirán de tu energía bichos de toda índole y ropaje, donde las emociones desbocadas de tu plexo solar –esas mismas que produce tu yo-artificial creado por el otro con el que tanto te identificas y al que tanto defiendes– serán un alimento muy preciado para aquellos que te mantienen prisionero, encerrado y esclavo de tus pasiones ínferas.

¿Acaso tu vida tras la muerte será muy distinta de tu vegetar por la vida de ahora? En efecto, así como es tu vida ahora, será tu muerte mañana. Si eres pasto de parásitos y carne de cañón de los discursos de los paradigmas de la cultura, serás un eterno esclavo allá donde estés, en cambio, si eres dueño y señor de tu propia existencia y generas una realidad propia (tu propio paraíso), serás un soberano inmortal para siempre.

domingo, 9 de abril de 2017

Permanece en silencio.



Solo en el silencio eres tú mismo; es tu estado natural, original, divino. Aléjate de todo ruido y bullicio psíquico e imbúyete en la sonoridad armónica de la música más sagrada de todas: el silencio.          

Huye del activismo desaforado y ensámblate contigo mismo; aquieta tu mente, refrena tu avidez, templa tu ansia, sofoca tus pasiones, calma tu ánimo, mitiga tus nervios, entibia tus emociones; que no interfiera palabra ni movimiento alguno, solo escucha el sonido embriagador de tu respiración, nota como el aire fresco invade tus pulmones: te vitaliza, te nutre, te revigoriza, te sacraliza.  Permanece en el instante presente, no existe ni el pasado ni el futuro, estás siendo, aquí y ahora, simultáneo sincrónicamente en cada plano de significación, en toda dimensión; vacíate de los pensamientos que te ha incrustado el otro en ti y permítete sentir por ti mismo; aíslate de condicionamientos e influencias externas, de programas, dogmas, y creencias que perturban tu psique. Desidentifícate del hostigamiento del mundo exterior: derriba las murallas de tus yoes psicológicos y construye tu propia fortificación; tu fortaleza sagrada: la morada pétrea de tu espíritu.             

Concéntrate en tu presencia, no eres más que eso, una esencia presente; cierra los ojos y focalízate en el centro de tu mirada, todo estímulo físico desaparece, los sentidos terrenales se desvanecen; te encuentras en un estado de serenidad absoluta, tu visión se ilumina, tu percepción no tiene límites, abarca el infinito. Tu conciencia aflora, te ves a ti mismo en tu auténtica naturaleza, en tu prístina condición, la magia del silencio embriaga tu verdadera imagen, tu primigenia esencia; estás en el origen de todo, donde todo comenzó, has vuelto, ves el largo recorrido vital de tu existencia fluir delante tuyo, te das cuenta de que todo ha sido un juego, sonríes; te sientes dichoso, exultante, pletórico, invicto; y todo ello, sin emitir una sola palabra.   

Sigues volando por los confines del cosmos, no hay fronteras ni divisiones; te sientes completo, absolutamente integrado en todas las cosas que componen el universo, eres como una gota de agua en un inmenso océano, eres Nada y al mismo tiempo Todo; fluyes sin cesar, pero ya no vas a ninguna parte, tu búsqueda, por fin, ha terminado: te has encontrado, giras sobre tu propio eje, te bastas a ti mismo, forjas tu propia existencia, eres la totalidad; el ser.    

Continúa así. Acalla el rumor ferviente de la tempestad del exterior y adéntrate en la tranquilidad apacible de tu interior. Sumérgete en la aurífera frondosidad de tu bosque interno: enraíza tus raíces hasta lo más profundo de tu tierra, robustece tu fornido tronco y eleva tus reverdecidas ramas hasta la cumbre más excelsa de tu albor celeste; sublima la materia y fúndela con la trascendencia sagrada del espíritu.     

Sé como el canto de los pájaros: entrelázate con el silencio y fusiónate con su susurro celestial.

El silencio es tu mejor aliado; tu más fiel compañero.

miércoles, 5 de abril de 2017

Infra-seres masa. Unidireccionalidad de la “Mente-colmena”.



En la actualidad, el proceso de interiorización de los valores sociales y las creencias culturales del sistema está siendo más eficaz que nunca. El exceso de información y de imágenes nos embota y confunde hasta el punto de causarnos una desorientación nunca antes imaginada y un olvido de nuestro propio pensar y actuar. ¿Pero cuáles son los medios que utilizan para clavarnos esas imágenes que nos fagocitan y que nos hacen perder la orientación de nuestras vidas? Lo primero, y ante todo, ha sido eliminar nuestro carácter soberano para hacinarnos y atomizarnos en la multiplicación de individuos próximos físicamente, pero al mismo tiempo alejados afectiva y emocionalmente, es decir: nos han construido como masas informes y anónimas despojadas de cualquier atisbo de poder autónomo en el destino social de su propio destino.  Como decía Le bon en la introducción a su obra Psicología de Masas, estamos en la “era de las masas”.        

Después de todo un siglo conformándonos como una sociedad de masas, los resultados son pavorosamente desalentadores para la reversión de la situación que esta organización social de la sociedad ha generado, ya que hemos sido sometidos, sistemáticamente, a un sinfín de estragos que han socavado por completo nuestra condición humana, no sólo como colectivo capaz de auto-organizarse autónomamente, sino como individuos soberanos de sí mismos. Así pues, el nivel de degradación de la “masa”, ha sido tal, que nos hemos convertido en infra-seres hacinados,  dóciles, acobardados, débiles, frágiles, miedosos e incapaces de gobernar nuestras propias vidas; de ahí que estas consecuencias que sufrimos en la actualidad en nuestras propias carnes, hayan sido causadas, en gran medida, por el agrupamiento masificado y hacinado en la artificialidad de unas mega-urbes que nos han desarraigado de la ligazón que nos confiere la tierra: nuestra identidad natural como seres humanos.   

En este mismo proceso de despersonalización conjunta,  la élite nos ha divido por clases, grupos, colectivos, sectores, segmentos y categorías administrativas, transformándonos en meros datos, números y registros documentales desconectados de los lazos humanos innatos que nos unen entre nosotros, para desconocernos y, así, vernos como extraños ajenos a sí mismos con los que hemos de confrontar, luchar y pisotear para ser el primero en recoger la limosna que le ofrece el sistema.       

Como si de una “mente-colmena” se tratara, estamos hipnotizados por las proclamas unidireccionales con la que nos manipula el sistema. Hemos sido adoctrinados en que los perros que guían nuestro rebaño, están con nosotros para cuidarnos y ayudarnos en nuestra inocente existencia,  ya que, ¡qué pena de nosotros!, que no sabemos qué hacemos aquí… Pero ellos si lo saben y se aprovechan de nuestra ignorante condición. Somos su ganado, nos tienen almacenados en una “granja holográfica” que alimentamos con nuestro miedo. Nuestro temor les excita y se lo inyectan en vena, como si fuera el éxtasis etérico que les hiciera mantenerse vivos. Por eso, en esta granja urbana en la que todos estamos hacinados –viviendo en la obsesión materialista y envenenados por el dinero–, nos tienen aborregados, atolondrados, aturdidos y  distraídos mirando al unísono  una realidad ficticia, pero que se está convirtiendo en nuestro destino real: la aniquilación del ser humano como especie.         

La psicologización de las masas es un tema bastante estudiado, cuyo pionero fue Gustave Le bon quién se percató del “poder inconsciente” que mueve a las masas a dirigirse hacia una determinada dirección. El francés plantea que hay una gran diferencia en nuestro comportamiento humano cuando estamos solos –individualmente– o inmersos en una colectividad o masa, ya que nuestro estado consciente habitual cuando estamos de forma individualizada se transforma en un modo inconsciente cuando estamos envueltos en una entidad grupal o colectiva, lo cual, le permite afirmar en el primer capítulo de su obra lo siguiente:

“Los sentimientos y las ideas de todas las personas aglomeradas adquieren la misma dirección y su personalidad consciente se desvanece. Se forma una mente colectiva, sin duda transitoria, pero que presenta características muy claramente definidas (…) Forma un único ser y queda sujeta a la ley de la unidad mental de las masas”.

Esto último que señala Le bon, adquiere una gran dimensión de importancia, ya que denota que las masas están formadas por una mentalidad que se forma a un nivel inconsciente, y por tanto, no sujeto a la voluntad de los individuos que la componen, lo que hace que la colectividad aglomerada que se define como masa, se caracterice por su total volubilidad y susceptibilidad de ser influenciada, condicionada y manipulada externamente. Asimismo, en este aspecto, Freud,  en su obra Psicología de las masas, alude al alto grado de sugestión –compartido por Le Bon– al que puede ser sometido a las masas actuales de nuestra sociedad, en la que el individuo concreto queda subsumido y engullido totalmente por las fuerzas hipnotizadoras inconscientes propias de una muchedumbre teledirigida:

“El individuo sumido algún tiempo en el seno de una multitud activa cae pronto; a consecuencia de los efluvios que de la misma emanan o por cualquier otra causa, aún ignorada, en un estado particular, muy semejante al estado de fascinación del hipnotizado en las manos del hipnotizador. Paralizada la vida cerebral del sujeto hipnotizado, se convierte éste en un esclavo de todas sus actividades inconscientes, que el hipnotizador dirige a su antojo. La personalidad consciente desaparece; la voluntad y el discernimiento quedan abolidos. Sentimientos y pensamientos son entonces orientados en el sentido determinado por el hipnotizador” –concluyendo Freud  lo siguiente– “La multitud es extraordinariamente crédula. Carece de sentido crítico y lo inverosímil no existe para ella. Piensa en imágenes que se enlazan unas a otras asociativamente como en aquellos estados en los que el individuo da libre curso a su imaginación  sin que ninguna instancia racional intervenga para juzgar hasta qué punto se adaptan a la realidad sus fantasías”.

Y claro está que nuestra realidad sigue siendo así. Vivimos en un mundo de “fantasías” prefabricadas que nos inducen a estados de confusión mediático-alucinatorios en los que nos manejan  a través de procesos de “sugestión” que azuzan nuestro inconsciente colectivo como si de una hipnosis mágica-vudú se tratara. Su principal objetivo es adormecernos la capacidad volitiva individual de nuestras conciencias internas, para hacernos mover socialmente por contagio mimético hacia los vaivenes emocionales en los que es “dirigida” la masa.  Nuestra psique parece ser que funciona en un alto grado por la imitación, por el contagio y por la influencia externa, como si nuestro instinto de conservación priorizará la conducta gregaria a la propiamente individual y original de cada ser interno propio a cada uno de nosotros.         
                       
La casta gobernante, conoce esta tendencia gregaria del ser humano y la exprime al máximo, la cual, aprovecha para anular nuestra capacidad individual, y fomentar la estandarización, homogeneización y uniformización de una masa empobrecida por la ruptura de la horizontalidad relacional y la mediación tecnológica vertical, hasta el punto de que diversos autores dieron una definición para el nuevo individuo que había sido creado bajo las fauces de una masa artificialmente creada y teledirigida, señalando como característica primordial de su identidad: “la nula voluntad que posee dicho individuo”. En este mismo plano, Ortega y Gasset, calificó a este individuo desidentificado de su propia individualidad como “hombre-masa”, al que, según el filósofo español, se le reconoce con las siguientes características:

“Delante de una persona  podemos saber si es masa o no. Masa es aquel que no se valora a sí mismo – en bien o en mal – por razones especiales, sino que se siente ‘como todo el mundo’ y, sin embargo, no se angustia, se siente a gusto al sentirse como los demás”.

Esta definición le lleva a plantear en su misma obra, a modo de sentencia: “Masa es el hombre medio”, o como diría José ingenieros: “el hombre mediocre”.        

En definitiva,  podemos señalar que la conformación y la agrupación de los individuos en una masa, ha generado que en la actualidad hayan desaparecido, todas las formas naturales de relación, favoreciendo así, que se fortalezca el aparato de dominación y su capacidad para la creación artificial de una sociedad hiperreal y manipulada desde arriba,  que es construida a base de símbolos e imágenes arquetípicas mediante procesos de ingeniería social.


Leer: La Rebelión Autárquica. Ensayo sobre la liberación del ser en tiempos de espejismo social. 

lunes, 3 de abril de 2017

Individualidad cotidiana.


El mundo te va a intentar apagar constantemente tu luz. Para ello no emprendas acciones en las que saques poder sobre los otros, sino sobre ti mismo. ¿De qué te vale sacar ventaja a los otros? ¿Para quitarles el puesto, para dominarlos y subyugarlos a tus directrices? ¿Qué pasa que te has cansado de ser esclavo y ahora quieres ser el amo, es decir, doblemente esclavo? En efecto, porque si accedes a los argumentos del amo, no solo serás esclavo de tu necesidad de poder ególatra y narcisista, sino que dependes además de la ignorancia, languidez y estupidez de aquellos a los que pretendes dominar, por lo que tendrás que estar pendiente de que mantengan ese estado de inopia mental continuamente si no quieres que ellos te dominen a ti. Aún así, involuntariamente, ellos te tendrán atado.

¡Vaya¡ ¡necia paradoja! Te quieres zafar de la servidumbre del esclavo y ahora en tu condición de amo: ¡estás encadenado aún más! ¿Esto es lo que habías soñado cuando querías ser jefe? ¿Cuando quieres ser el número uno respecto a los demás? ¿Cuando quieres machacar a los otros y que te rindan pleitesía? Si juegas a este juego infame de lucha de poder –donde has de esconder tu verdadero rostro utilizando máscaras baratas, estrategias sombrías, un maquiavelismo temeroso de tercera y  una estulticia encubierta de falsa astucia– esos mismos a los que quieres sojuzgar te traicionarán usando tus mismas cartas y te quedarás sin nada: solo con una ambición desmedida que ha quebrado tu vegetar reptil.

Con esto no pienses que utilizar una mente estratégica no es útil para sobrevivir en el mundo de hoy, sino todo lo contrario, es más necesaria que nunca.  En la actualidad la guerra es psicológica y se libra en el fragor de lo cotidiano. Ahí es donde tienes que emplear todas tus armas, pero no para acumular poder y subordinar a otros para tus fines egoístas, megalómanos, psicopáticos y materiales, sino para conocerte, dominarte, probarte, y vencerte a ti mismo.

Percibe la cotidianeidad como un campo de batalla propicio para ir más allá de tus límites, enfrentarte y superar tus miedos, encender tu chispa divina con la fricción generada en la relación diaria e inundar de tu fragancia refulgente todo lo que toques con tu magnánima presencia.

Sé valiente y ten la entereza suficiente para expresarte de forma creativa, de manifestar tu espíritu en acto, de ser fiel a tu propio estilo y autenticidad.  Ser pura originalidad ha de ser tu máxima meta: marcar la diferencia, imprimir cualidad, estimular la individualidad, ejecutar tu voluntad.


Síntesis del Blog. FIN

"La Vía del Rebelde Autárquico: la que labra su propio sendero, la que inicia una nueva ruta, la suya propia, con la íntima convicción ...