lunes, 11 de septiembre de 2017

Ensimismamiento digital. Ciberburbuja egótica y el olvido del otro.



El énfasis en la acción utilitaria y en el hacer por hacer, junto a la necesidad vital de la rentabilización temporal de nuestra vida, se intensifica con la dinámica acelerada de la tecnología (que se potencia aún más) y con el impulso de la necesidad del mercado en que el acto del consumo –sobre todo en el ámbito tecnológico– sea cada vez más veloz y frenético, lo cual, favorece que nuestro comportamiento sea un acto reflejo de un hiperconsumismo incontrolado e irreflexivo, donde no queda tiempo para la reflexión y la “contemplación teorética” de nuestra “no-vida”.        

Esta sensación de no-vida o vida simulada que nos obliga a adaptarnos de forma continua y constante a una realidad totalmente a la deriva, nos genera síntomas de una sociedad enferma, intoxicada, envenenada y totalmente patológica hasta el absurdo, caracterizándose más bien por la presencia masiva de depresiones, angustia  y frustración generalizada, así como un vacío existencial y una sensación de ausencia de una vida que se escapa entre la compra de smatphones, tablets, pc’s, ipad’s… Este ensimismamiento y dependencia de los aparatos tecnológico-cibernéticos, hace que rehuyamos del encuentro intersubjetivo y social, puesto que la ilusoria sensación de compañía y adicción que producen estos objetos, hace que nos olvidemos de que la realidad y las personas físicas existen, y como señala Godina “se puede ser un experimentado internauta y tener las mayores dificultades para entablar un diálogo”, siendo este fenómeno, un claro signo de deshumanización individualizada de nuestras vidas, que, por desgracia, está cada vez más presente. Al hilo de lo aquí argumentado, nos preguntamos las siguientes cuestiones: ¿por qué preferimos conversar o incluso compartir confidencias por las redes sociales antes que quedar físicamente cara a cara para efectuar esa charla? ¿Nos va a quitar demasiado tiempo de nuestras ajetreadas vidas? ¿No será el abuso de la tecnología digital y su consecuencia de aislamiento y atomización lo que nos está suicidando poco a poco?      

En nuestra sociedad, la utilización masiva de las tecnologías nos está produciendo un aborregamiento, envilecimiento y languidecería que nos lleva a una parálisis individual y colectiva de conformismo y acomodación pasiva ante todo tipo de conflictos, obstáculos y circunstancias adversas que se nos presentan en la vida, ya que pensamos que con un click desde nuestra casa, accedemos a la libertad, y ¡cuán equivocada es esa realidad!    

Parece ser que ya hemos elegido nuestro camino como civilización; es la no-confrontación, la evasión ante cualquier aprieto o apuro que se derive de un compromiso con el otro. Virilio tiene razón cuando señala que la informática es una técnica que genera una “disuasión de la comunidad social”. Tal es así, que hemos optado por la vía individualista en la que satisfacemos nuestras necesidades de contacto afectivo y amoroso con un hiper-consumismo tecnológico atroz, que nos encierra en la cárcel de nuestro yo.   

Los niños y adolescentes de hoy en día, ya no necesitan la educación de sus padres, dado que las preguntas existenciales que pudieran surgirles, sólo bastaría con que las introdujeran en un buscador de internet para que le contesten millones y millones de páginas web. Este hecho demuestra la desconexión y el desligamiento de los lazos interpersonales, sobre todo, en algo tan importante como es la transmisión de una tradición y experiencias intergeneracionales entre abuelos-padres-hijos, familias, comunidades y la sociedad en su conjunto, lo que favorece nuestra fragmentación, desprotección y vulnerabilidad ante la intrusión del vasto aparato ideológico-tecnológico del sistema en nuestras casas.




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