Algo surge de lo profundo, brota, estalla, se expande en un ritmo frenético. Un ruido calmo, un silencio estridente...
Los
sonidos se agolpan, se diluyen, no callan, gritan, bullen, reverberan, se
entroncan entre sí, se intrincan con lo desemejante, lo unen, lo transportan a
otro mundo… Es como si gravitara en otro universo, sin imagen en el espejo, emerge
en una Pureza Pétrea, sin forma, pero con extrema definición; sin aliento, pero
inmerso en un vendaval de Etérea Luminosidad...
Se
hace presente, existe en acto, vuela en la tierra, camina en el aire, flota
en la arena, se revuelca en el agua; cual torbellino ilimitado su apogeo
embriaga todo a su alrededor: no hay elemento que no sucumba a su Belleza, a su
Entereza, a su Magia, a su Divino Fulgor…
Por
momentos es como si desapareciera, pero siempre está ahí, Permanente, fijo en
la Firmeza de un hilo, sujeto a un Cordón que conduce hacia un Horizonte Áureo,
un Dorado Amanecer, una Mañana de Ardor Luminoso, cuyo haz invisible impregna
lo indivisible, lo compacto, lo idéntico a sí mismo; lo virginal, lo
primigenio, lo Original…
Fuego
y Potencia, Vuelo y Solvencia…
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