Hipnótico
paradero. Sueño desplazado por un volcán de sensaciones. Extravío, confusión y
niebla. El velo que lo cubre todo con su
opaco manto…
La
bóveda encapsula tu Espíritu. Se rebela, grita por salir. Fuerza abismal se
abre en canal... Un torrente explosivo se expande sin medida. Te acercas a tu Nuevo Sol: abrasa, quema, arde. Eres un Amanecer Luminoso: Quieto, Pétreo, Igual
a Sí Mismo. Permaneciendo en lo Alto, en el Sendero de lo Absoluto, en las
Cimas de lo Impenetrable.
Sueño
y más que sueño. Despertar huido. Ilusión desvanecida. Todo está al ras. Blanco
como el hielo, Azul como la gélida nieve: transparente como el aliento fúlgido
de tu cuerpo. Te alzas sin palabra; te escabulles sin exilio. Estás unido a tu esencia
acristalada, fundido en el crisol de tus elementos: te conviertes en tu propia
Deidad, en tu Propia Naturaleza, en tu propio Kosmos-Mundus.
Sencillo
y desangelado, yermo y abrigado. En tu cueva arraigado. La oscuridad es tu luz.
La soledad tu compañía; la debilidad es tu fuerza, la timidez tu valor: el sabor amargo tu único sustento. Espacio entre estrellas, inmensidad entre
cabellos, millas entre poros…
Ahí te encuentras: en el Filo de lo Invisible, en
la Expresión Nítida de lo Borroso, en la Cúspide Celeste de lo Subliminal.
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