No
seas una desarraigada rama más a merced de la corriente marina y endereza tu
raigambre, tu solidez, tu consistencia; fortifica tu eje, enciende tu
luminiscencia ígnea y funda tu propia existencia por ti mismo: templa tu
cuerpo, sobreponte a tus miedos y aquieta la marejada de pensamientos que
embrolla tu mente; dirígete hacia lo alto, sacraliza cada acto de tu vida y
ejerce la voluntad de tu espíritu.
Ante
todo, forja tu propio camino, pase lo que pase, pese a quién le pese; presérvalo
frente a todo y todos, es tu vía sagrada, tu horizonte divino; jamás te diluyas
en el ritmo vital que te impone el otro en el exterior; ve a tu propio compás,
sigue tus propias reglas, crea tu singular ruta, tú suprema ley: vive conforme
a tu propia naturaleza.
Léelo aquí: Sendero Pétreo. Orientaciones para retornar a la propia naturaleza
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