¿Qué pasa que los demás te
pueden decir tus faltas y defectos y tú a ellos no? Enseguida te tachan como el
malo, el censor, el disidente, el “padre” que alecciona a sus criaturas
ignorantes… Pero claro, si te lo dicen a ti ¿ellos que son? Los buenistas, los
solidarios, los que te lo dicen por tu “bien”, los que te van a salvar de tu
extravío, los misericordiosos que te indican el buen camino y la
conducta adecuada para estar en “paz” y en “igualdad” con todos.
No. Y mil veces no. Si ves la
realidad tal y como es, no te calles, dilo con valentía y firmeza. Te has
comprometido con la Verdad y así ha de ser: hasta las últimas consecuencias. No
importa, si los demás se enfadan, si se les turbia la “buena” imagen que
tienen de ti o si te estigmatizan por hereje. Hay que afrontarlo con entereza
y resistir los embates demiúrgicos del entramado. Es una prueba que te
envían los programas automáticos de esta mátrix para ver si eres un digno
combatiente o un simple niño caprichoso que se rebela por su simple interés
egotista o, peor aún, un cobarde que a la mínima y cuando la cosa se pone
seria abandona a las primeras de cambio: ¿cuánto tiempo estás dispuesto a
sostener la Verdad?
No es algo fácil de hacer. Se
necesita, Valor, Coraje, Virtud y dosis ingentes de Voluntad. Y más cuando el virus del relativismo ha penetrado
ferozmente en las mentes masificadas y planas de hoy en día: “Bueno, esa es tú
verdad, la mía es otra”, “eso será para ti, para mí no” ¿Qué coño es eso?
¿Hay más de una verdad? La verdad siempre es UNA y ABSOLUTA. Por tanto, hay
personas que, por el grado de objetividad para intuirla y alcanzarla, están más
cerca de ella, de modo que su JUICIO está mucho más cercano a la VERDAD.
Si el vulgo informe rascara un poco más en la falsificada y artificiosa
mentalidad prefabricada por la cultura vería que, si se muestra una Verdad
Absoluta, eso se convierte inexorablemente en una CERTEZA que todos
perciben en su interior, aunque su personalidad artificial lo acalle y no
quiera verlo; se convierte en un hecho impepinable que no admite discusión ni
debates ni puntos de vista de tertulianos y chismosas que de todo han de opinar
sin tener la remota idea de lo que sale por su boca; porque no es cuestión de
lo que a uno le parece que es, sino de LO QUE ES.
A aquellos que nos hemos
comprometido con la Verdad, dejemos fuera las imágenes subjetivas, prejuicios y
“pareceres” y digamos las cosas tal y como son. Y más importante aún, no nos
amedrentemos más por las presiones que ejerzan las “mentes-policíacas”
sobre nosotros; aguantemos el tirón, y sostengámonos, no en nuestra
verdad, sino en LA VERDAD.
Recuerda: “No has venido a traer
la paz, sino la espada”.
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