jueves, 1 de diciembre de 2016

Kosmos interior: Retornar a la propia órbita estelar.


Sobreponte a las adversidades que te impiden caminar. No te pares ni te arredres porque perderás tu norte. Ante todo, sigue la brújula de tu intuición y no gastes mucho tiempo pensando qué hacer. Solo escudriña tu interior y sabrás cuál es tu cometido en esta vida. Si actúas con miedo al qué dirán y a los dictados de la aprobación ajena, te hundirás un poco más en tu umbría y laberíntica ciénaga mental. El otro te habrá ganado la partida y tu mirada estará sujeta a la mudanza, superfluidad e inautenticidad de lo externo; te convertirás en un zombi automatizado, en un espectro lobotomizado cuya voluntad propia es (auto)mutilada constantemente; serás  un objeto cultural más que sirve a los intereses de otro y no a los tuyos propios.

Sigue tu propia naturaleza y resiste ante toda imposición de un ritmo externo. Si a todos les parece que lo estás haciendo muy bien y no te ponen ninguna pega a tu vida, desconfía, algo estás haciendo mal: estas actuando bajo el amparo de los paradigmas culturales. Záfate de todo eso, y ve a lo que suponga un reto, un desafío y una verdadera batalla para ti; dirígete hacia aquello que realmente no te atreves hacer por miedo a los juicios externos o a traumas que el otro inoculó en ti. Si quieres ser completo, no puedes seguir fragmentado, dividido y embebido en las pequeñas cosas confortables de tu cárcel egotista.

Has de cortar con toda atadura y liberarte de toda forma, categoría o estereotipo con el que te encasille la cultura, y con el que tú mismo – al carecer de un sólido y firme referente interno-  te identificas.

Deja de comportarte como si fueras un número que no vale para nada más que para pagar impuestos, consumir y trabajar. Salte de lo cuantitativo y entra al reino de la cualidad, a la auténtica realidad, a tu ser.

No des más pábulo a lo externo. Utilízalo como una “mesa de operaciones” para leer tu realidad interna, conocerte a ti mismo y las leyes de todo el cosmos. También, no lo olvides, para actuar, en todo momento, con el vigor y fortaleza de tu espíritu en acto y trascender la dualidad fenoménica de este mundo integrando los opuestos que se te presentan a diario.

El conflicto es consustancial a este plano, ya que la tensión que producen los pares de opuestos, generan ese desorden y caos que percibes en tu interior y fuera de ti. Por eso, no te tomes nada como personal ni te enfrasques en luchas en lo externo: ¿A quién pretendes cambiar si primero no cambias tú? Mira a tú alrededor, ¿Qué hay?: Odio, envidia, codicia, competitividad, miedo, ira, salvajismo, sufrimiento, dolor, mediocridad, peleas, engaños, estrés, rencores,  angustia, inseguridad… ¿Acaso crees que todo eso que ves en lo externo no lo estás creando tú en tu interior?

Toma las riendas de tu existencia  y ten conciencia de que tú –y solo tú– eres el único responsable de lo que acontece en tu vida. Presta atención a todos tus pensamientos, sentimientos, palabras y actos… ¿Eres tú el dueño de ellos o son ellos los que te dominan a ti? ¿En realidad piensas lo que quieres pensar, sientes lo que quieres sentir, dices lo que quieres decir y actúas como has de hacerlo?

 ¡Si no ejecutas tu voluntad en nada de esto, el otro en ti está viviendo por ti! ¡No estás viviendo tu vida y, menos aún, existiendo por ti mismo!

Ponte las pilas, bastante tiempo de vida has malgastado dejando que los demás vivan por ti. Eso se ha terminado de una vez por todas. Lo primero que has de hacer es tomar conciencia de tu respiración y comenzar a respirar, por primera vez, por ti mismo; que nunca más sea un acto inconsciente y automático, sino un acto de inmensa y divina voluntad. Pronto, este cambio de conciencia, se extenderá y embriagará de su néctar sagrado e inmortal el resto de tu existencia.

Empieza a considerar sagradas todas las cosas que hagas, valóralas y agradécelas sumamente por haber llegado a tu vida y haberte dado la posibilidad para expandir tu conciencia y liberarte interiormente de tus ataduras psíquicas. Has de hacer esto hasta en las más pequeñas e ínfimas cosas que puedas imaginar, ya que no existe nada insignificante en esta vida, todo es excelso y magnánimo, y si así consideras cada aspecto de tu vida, así se tornará en su totalidad.

Estate atento al vibrar interno que produce el hecho externo: reconoce esa tensión fragmentada en ti, y permanentemente únela, intégrala, copúlala, fusiónala, y júntala dentro de ti, verás cómo tu kosmos interior reordena cada elemento integrado en sí reflejando su expansión armónica  en tu realidad externa.

Tú voluntad hará que transites tu propia órbita y que ilumines tu propio centro gravitacional: Tu estrella.

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