¿Por qué compartir responsabilidades con otro? ¿Por qué minimizar el efecto de su acción apropiándote de su cruz como si fuera tuya? ¿Si tú no tienes nada que ver con aquello que genera en su realidad por qué compadecerte e intentar ayudarle? ¿Es que así piensas que va a tomar conciencia de su conducta, o, más bien, le estás tapando su falta para que nunca se dé cuenta de lo que está haciendo con su vida y siga repitiendo su inconsciencia una y otra vez como el eterno aprendiz que requiere siempre de tu predilecta aprobación? Si tu actitud es ésta última, no eres más que un ególatra vanidoso y engreído que se piensa superior a los pobrecitos que siempre se equivocan…”Vamos a darles otra oportunidad…”, “Nunca es tarde para encauzarse por el camino del bien…” ¿Y cuál es ese camino? ¿El tuyo?
No seas redentor ni salvador de nadie. Cada uno ha de responsabilizarse de sus propias acciones y atenerse a las consecuencias de las mismas. A lo hecho, pecho.
Ten en cuenta que uno siempre cosecha lo que siembra: si siembras alimento, recogerás alimento, por el contrario, si desprendes veneno, te empaparás de él. Por eso tú preocúpate de lo que cultivas en tu propia vida y deja a los demás que les acontezca lo que les corresponde por sus actos.
Tú no puedes cosechar lo que siembran otros, porque introducirás elementos ajenos en tu propio jardín, cuyas flores dejarán de nutrirse con su propio néctar para destruirse por completo con la ponzoña de los otros. No te hagas participe de los errores, desdichas, miserias y calamidades de los demás; y menos aún te sientas culpable porque les ocurra eso… ¿Acaso sabes si eso es fruto de un azaroso infortunio o se lo han generado ellos mismos con sus propias acciones?
No seas tan ingenuo ni pienses que lo sabes todo de antemano, porque así no demuestras más que tu ignorancia absoluta. No caigas en la trampa de encadenarte a la emocionalidad adictiva de la protección del débil: ayuda, socorro, misericordia, piedad, compasión, caridad, esperanza, pena, lástima, sufrimiento, paternalismo, salvación, indulgencia, tolerancia, benevolencia, redentorismo… ¡Eso es puro tósigo! ¡Los demonios de los demás te robarán la vida! ¡Y tú no harás más que alimentar tus ansias de narcisismo, superioridad y egolatría disfrazada de falsa modestia y humildad!
Deja de ser tan egoísta y querer acaparar para ti el dolor de los demás. Así nunca harás madurar a las personas ni tampoco dejarás que se responsabilicen de sus propias vidas jamás…
No permitas que tu jardín se llene de la mierda de otros. Cultívalo y mantenlo como un vergel reverdecido y florido, primaveral y próspero. La luz que proyectarás hará que los demás deseen encender la suya propia y comenzar a cortar las malezas de su pútrida vida...
Sé digno, y deja de salvar
al mundo: LIBÉRATE TÚ.
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