¡Qué importa lo que te digan!
Tanto si te aprueban como si no. Tu eres el dueño de tu vida y, por
tanto, de tu última decisión. Di lo que quieres crear; si te empeñas sin
descanso, con fuerza, vigor y voluntad, pronto lo verás realizado en tu
realidad.
Escucha lo que sale por tu boca. ¿Acaso eres tú o el otro en ti?
Somete a tus yoes psicológicos con sable firme y autoridad férrea. No permitas
que éstos te convenzan porque caerás en su trampa. Si quieres tenderles una
mano y negociar… ¡estás perdido! Siempre se saldrán con la suya, ya que mirarán
por su propio interés sin cumplir lo pactado y, menos aún, sin miramiento
alguno hacia a ti, dejándote colgado y arrinconado. No. La personalidad
artificial demanda ser dirigida por un Yo realmente autodeterminado, soberano, sacro y responsable de sí. De modo que si tú encarnas estos atributos
unirás indefectiblemente las divisiones fragmentarias de tu personalidad en un
todo inquebrantable e indisoluble; en una fortaleza indestructible, enteramente
invencible e invicta.
Comienza tu prueba; ya no puedes
echarte atrás. Se pone en juego el valor, integridad, firmeza, resistencia,
majestuosidad, dignidad, coraje, coherencia, solidez, imperturbabilidad e
inmutabilidad de tu carácter.
Persevera en tu propósito y
afronta todo envite externo. Sortea todo obstáculo que salga a tu paso y utiliza
a tu esfinge como un aliado que te impulsa a ir más allá de tus límites.
Estate centrado, atento, sereno y receptivo a las señales y a los cambios que
acontezcan para obrar con la mejor maniobra posible en el momento crucial. Es
aquí, donde has de asestar la estaca final, el golpe maestro, la apropiada y correcta acción.
Nunca te rindas. Ten siempre en
mente tu meta y dirígete hacia ella sin miedos ni dudas. No hay nada externo
que te lo impida, el absoluto poder está en tu interior: si estás realmente convencido
de conseguir lo que te has propuesto, moverás más que montañas, atravesarás más
que mares: perforarás universos enteros.
En efecto, no es un camino fácil
lleno de rosas. Las espinas se te clavarán y dejarás mucha sangre y heridas a
lo largo de tu travesía. Pero tú tienes el arrojo, la potencia y la voluntad
suficiente para cicatrizarlas y seguir avanzando con convicción,
entusiasmo y laboriosidad.
Es duro e intenso, sí,
pero valdrá la pena el intento, y más aún, su consecución y el
cumplimiento de tu objetivo: ser tú mismo y conquistar tu propia existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario