Ya
no hay escapatoria, hay que afrontar lo inevitable. Demasiado tiempo
escondiéndote, aplazando, alargando el momento del combate final. Está frente a ti, te mira con sus ojos
enfurecidos y se dirige hacia ti sin mirar atrás. Su deseo más codiciado es darte
una envestida, seguir fustigándote, atraparte y que nunca te liberes de sus
fauces.
Te
hace un marcaje férreo, te encajona, te aprieta, te asfixia, cada vez sientes más su presencia, su
aliento. Tu cerviz ha sido mordida por sus afilados colmillos, ha inoculado su
veneno y ya no hay vuelta atrás. ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Te vas a rendir a su
paulatina intoxicación? ¡Nunca!
Solamente
déjate atrapar e infectar para hallar tu total inmunidad, tu invulnerabilidad
absoluta, el cuerpo incorrupto que
atraviesa las edades…
Estate
en guardia, ve hacia su encuentro. Firme y decidido, determinado y con voluntad
de acero. Gota a gota resiste, persiste en tu empeño, en tu afán de divinidad,
en tu anhelo de totalidad.
Sé
consciente de ti mismo a cada instante, siempre fiel a tu esencia, y aunque
estés en territorio ajeno, solo, a campo abierto y siendo el blanco de todos
los francotiradores, confía en ti mismo, demuestra tu valor y gallardía.
Yérguete
con el honor del espíritu por
bandera, siendo tú mismo tu Propia Espada, un Hombre-Dios, Tu Origen hecho Carne…
No hay comentarios:
Publicar un comentario