jueves, 1 de junio de 2017

Recuerdo invicto.


No puedes permanecer estático ante el devenir fenoménico. Si utilizas siempre la misma fórmula, se te acabará agotando y estarás anquilosado en el pasado. En esta época los cambios se aceleran, todo sigue un ritmo frenético, en unas horas quedas totalmente desfasado; si no estás abierto a lo nuevo, te paralizarás en un inmovilismo perpetuo sin saber por dónde tirar ni qué dirección tomar.

Es hora de probar cosas novedosas: si quieres resultados diferentes, haz cosas diferentes. Ya no seas tan rígido contigo mismo, sé más flexible y adaptable al mundo que te rodea, sé más permeable y nútrete de las circunstancias, relaciones y energías que se mueven en tu derredor; no importa si son densas, de una materialidad ínfera o si son de una toxicidad extrema: transforma el veneno en alimento; sutiliza, sublima y transmuta toda esa morralla infecta que es el día a día, y conviértela en una experiencia dionisíaca, sagrada y completamente liberadora;  que cada acto que acometas sea un éxtasis impregnado de ambrosía divina, un sorbo celestial propio del néctar lumínico de los dioses, un gozo imperecedero digno del paraíso.

Las pequeñas cosas de la vida diaria son las que adquieren la significación grandiosa de tu existencia. Según la actitud y la predisposición mental con la qué te tomes las cosas, así será tu desarrollo vital: si todo te parece una mierda, vivirás en un hedor inmundo lleno de pestilencia, tufo y hediondez putrefacta; por el contrario, si todo te parece un mundo lleno de posibilidades constructivas con las que puedes crear tu propia realidad y construir tu propia existencia, vivirás en tu propio mythos:  tu vida será heroica, forjarás tu propio destino en cada paso que des; nunca jamás las circunstancias te doblegarán, porque tú serás el dueño absoluto de ellas, sabrás que tú generas tu propio camino vital y comenzarás a responsabilizarte de todo aquello que piensas, sientes, dices y haces; cuanto más coherente e íntegro seas contigo mismo, mucho más compacta, sólida, estable e inmutable será la realidad que vivirás.

Por tanto, nunca busques tus atributos fuera de ti, encuéntralos en tu interior: Tu metamorfosis empieza dentro de ti.

Recuerda que todo en esta vida puede ser negociable excepto una cuestión primordial: la soberanía propia de tu espíritu. Si eres libre para elegir tu sendero existencial: qué más darán los acontecimientos, sucesos o contingencias que ocurran en lo externo… ¡Lo interno siempre decidirá tu vida! Por eso, descubre cuál es tu finalidad suprema y márcate como objetivo trascendente cumplir con tu propósito existencial: ¿Aún no sabes para lo que has venido aquí? ¡No malgastes más tiempo y recuerda tu meta vital! Entusiásmate con tu cometido divino en esta vida y proponte la consecución imperativa de aquello para lo que te has encarnado en esta tierra; si tienes un motivo por el que luchar, estarás motivado y, en consecuencia, tu emotividad te dará el vigor, la fuerza, la persistencia, la entereza y la voluntad que te dirigirá hacia el triunfo de ti mismo.

Si sabes quién eres, imperiosamente llegarás a serlo.


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