No puede seguir impune
avasallando tu realidad. Párale los pies. Determina tu límite y házselo saber.
Si el otro utiliza la violencia ciega, tú dirígela, encáuzala y vertébrala
hacia la firmeza y fortaleza de tu voluntad; ejecútala sin miramiento ni
contemplaciones. No permitas que salgan a tu encuentro síntomas de compasión,
piedad, temor, duda o titubeo. Que no tiemble nunca tu mano cuando has de
empuñar el sable y utilizarlo para dar el golpe decisivo y culminante. Si por
más que lo intentas el otro sigue invadiendo tu territorio, estás legitimado
para hacerle frente y subyugarle por completo a tu voluntad, es más, si ves
conato de peligrosidad, has de eliminarlo, aniquilarlo y extirpar su pestis de
tu inmaculado horizonte.
No tengas miedo a utilizar tu
fuerza, tu energía y tu vehemencia para defender tus dominios. Imponte y
yérguete. Ejerce el derecho (y la obligación) a preservar tu integridad y
libertad propia. No dudes en utilizar veneno si el otro te está molestando
continuamente: ¿Qué se hace con una plaga de cucarachas? ¡Exterminarla! Pues
eso has de hacer con aquellos elementos ínferos que el otro ha puesto en ti.
¡Erradícalos de una vez! No te quedes esperando a que desaparezcan por sí solos
o a que otro venga a hacerlo por ti. Tu eres el responsable de tu existencia,
si por tu inacción dejas entrar a virus infectos, éstos se multiplicarán hasta
carcomer tus defensas y usurpar tu trono.
Nunca toleres que esto suceda.
Antes, ejecuta tu férrea voluntad con contundencia, vigor y determinación para
expulsar todo intruso que no sea bienvenido a tu castillo. Si algo de afuera te
procura una mejora, un crecimiento en la conjunción de los elementos ya
integrados que presentas en tu interior, abre las puertas para expandirte hacia
lo alto; pero, por el contrario, si el elemento externo es para achicarte,
someterte y corroerte, destrúyelo sin pensártelo dos veces. Actúa con la
energía gélida de tu soberanía interior y ejerce tu áurea autoridad.
Simplemente, elévate hacia las
alturas imperturbables del albor polar de tu interior y aplica el fuego
frío: el furor olímpico, el ardor regio de tu sangre, la voluntad
ígnea de tu espíritu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario