jueves, 25 de mayo de 2017

Binarización programática simulada. “Prisongame” (el videojuego de la vida).


Nuestra sociedad esta prediseñada por un programa virtual que reemplaza la verdadera existencia humana. Los seres humanos actuales estamos hipnotizados por el ruido, las pantallas, el desasosiego, el agobio-estrés, el dinero, y el universo artificial que hemos creado, el cual, nos  ha desconectado de nuestra naturaleza esencial para ser objeto de un formateo externo que ha anulado toda capacidad de espontaneidad en la propia autodeterminación  de nuestras vidas, para transformarnos en autómatas digital-robotizados, cuyos mandos vitales, son manejados por otros.           

Es así como estamos reduciéndonos a una realidad binaria en la que todos elegimos entre “0 ó 1”, “A ó B”, “rojo ó azul”… No hacemos más que ver un mundo de dualidad programática en el que nos distraen con la elección opuesta de una misma cosa, con la gradación pendular de un mismo tronco, en el que nos hacer creer que podemos elegir libremente para adherirnos a unas identidades concretas diseñadas previamente por otros, y por lo tanto, ajenas a la realidad propia e inmutable de nuestro ser. Lo peor de todo, es que pensamos que son nuestras elecciones, nuestras identidades, y no miramos más allá de lo que se nos presenta en nuestras narices, puesto que si hurgamos en las profundidades de sus agujeros, nos daremos cuenta de que todo, absolutamente todo, está prefabricado.         

Desde algún lugar (cuyo nombre no queremos recordar) se nos crea una ilusión 3D que nosotros alimentamos con nuestras creencias: ¡hemos pasado de soportar los grilletes de una rudimentaria y primitiva caverna de Platón para vivir en una celda cibernética de barrotes invisibles en la sofisticada y actual Matrix holográfica!          

En esta Matrix no ha lugar a nada más allá de lo urdido. Nuestro cerebro solo es capaz de percibir un “holograma” impedido y limitado en su propia reverberación de programación restringida y teledirigida. Como en un videojuego, los avatares, los escenarios y los niveles de las pantallas, están ya diseñados sin posibilidad de alternativa, sin margen para la ruptura de ningún tipo de línea de fuga. Todo está perfectamente pixelado, sin margen de error, sin posibilidad de equivocación. Nos han creado un sistema perfecto, sin fisuras, sin grietas, es un fortín de acero impenetrable que no ofrece alternativa, que todo lo engulle, que se alimenta de toda eventualidad y circunstancia para transfigurándolo en su propio beneficio y así, engordar y perpetuar su continuidad en el tiempo.   

El sistema actual, ha llegado a tal grado de perfección, que nos es totalmente imposible crear otra alternativa. Por eso nos ha cortado las alas, ya no podemos soñar con volar hacia lo alto, nos ha embotado hasta un límite que roza la desaparición de lo humano y simplemente somos seres-binarios que se comportan según la programación establecida, como si en nuestro ADN ya estuvieran los comandos de pensamiento y actuación que nos obligaran interiormente a crear esta realidad que nos coacciona externamente; quizás, no hagan falta imperativos culturales que coarten al individuo, sino que interiormente –por defecto– ya venimos prediseñados para ser dóciles y sumisos, perpetuando así, nuestra situación de esclavo.      

Esto no es nuevo, ya lo decía Buda hace aproximadamente más de dos siglos y medio, insistiendo en que es la propia mente del hombre y no su enemigo  lo que le atrae a los malos caminos; esos caminos de mirada amarga hacia lo externo en la que no nos damos cuenta de que únicamente somos esclavos de nosotros mismos.  En consecuencia, la inconsciencia de nuestra propia naturaleza nos hace padecer un tormento y una aflicción crónica que intentamos ahuyentar de cualquier forma posible para zafarnos de esas sensaciones, que deterioran la finitud de nuestra vida en una eterna búsqueda de perfeccionamiento de la naturaleza que nos rodea, sin ni siquiera conocer los secretos y misterios de la nuestra; por lo que, en vez de conocer nuestra propia interioridad, optamos por una desviación externa de nuestro camino, en la que ya es más que probable, que nuestra autosuperación ya no sea la respuesta más acertada, sino nuestra autodestrucción.

Asimismo, hemos creado un sistema que se nos ha ido de las manos,  que se nos desborda en sus límites; es más, ¿quién sabe si los tiene? Ya no se aprecia la forma exacta de las cosas. La realidad es una sustancia informe e indeterminada que penetra en nuestros sentidos, pero que, a su vez, nos perdemos en ella, nos difuminamos en su intangibilidad, en su monstruosa abstracción que nos impregna de una incomprensión existencial; de modo que, ante tal confusión, queremos aprehender la realidad con nuestras manos, focalizar nuestra mirada en la esencia de los entes y lo que resulta de ello, no es más que una copia defectuosa de la naturaleza, potenciando a su vez,  la hipertrofia virtual que excede a la realidad misma; la hipérbole de la medida de la naturaleza;  la exageración de la justa medida. Todo va más allá, en un horizonte inacabado sin final, en el que siempre se repiten las mismas historias, en un continuo eterno retorno de lo mismo, degradándose cada vez más en su posterior imitación de sí misma, descendiendo hacia el subsuelo de la no-existencia, y convirtiéndose en un escenario inmóvil, en un decorado que nos refleja que lo vivo ha muerto, y que la única realidad es la apariencia de lo que alguna vez se llamó vivir.             

En este contexto de no-vida, los seres humanos vagamos inconscientemente en las rutinas y desmanes de la terrorífica escena diaria que hemos creado durante miles de años, y de la que, para algunos optimistas esperanzados, algún día saldremos. Pero hasta el momento, las características esenciales del ser humano, son el miedo y la frustración de un intrínseco desamparo original que no le permite tener consciencia de qué está haciendo en este videojuego, denominado comúnmente como realidad.       

En fin, al hilo de lo expuesto, preguntémonos sobre lo siguiente: ¿algún día saldremos de la pantalla? ¿Nos convertiremos en lo que somos realmente? ¿Habrá una alternativa a esta programación predeterminada de la que nos es imposible salir? ¿Existirá un avatar-sujeto que se rebele y le diga al que está a los mandos del juego… ¡Este juego se ha terminado! ¡GAME OVER!?

Leer La Rebelión Autárquica. Ensayo sobre la liberación del ser en tiempos de espejismo social. 

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