lunes, 3 de abril de 2017

Individualidad cotidiana.


El mundo te va a intentar apagar constantemente tu luz. Para ello no emprendas acciones en las que saques poder sobre los otros, sino sobre ti mismo. ¿De qué te vale sacar ventaja a los otros? ¿Para quitarles el puesto, para dominarlos y subyugarlos a tus directrices? ¿Qué pasa que te has cansado de ser esclavo y ahora quieres ser el amo, es decir, doblemente esclavo? En efecto, porque si accedes a los argumentos del amo, no solo serás esclavo de tu necesidad de poder ególatra y narcisista, sino que dependes además de la ignorancia, languidez y estupidez de aquellos a los que pretendes dominar, por lo que tendrás que estar pendiente de que mantengan ese estado de inopia mental continuamente si no quieres que ellos te dominen a ti. Aún así, involuntariamente, ellos te tendrán atado.

¡Vaya¡ ¡necia paradoja! Te quieres zafar de la servidumbre del esclavo y ahora en tu condición de amo: ¡estás encadenado aún más! ¿Esto es lo que habías soñado cuando querías ser jefe? ¿Cuando quieres ser el número uno respecto a los demás? ¿Cuando quieres machacar a los otros y que te rindan pleitesía? Si juegas a este juego infame de lucha de poder –donde has de esconder tu verdadero rostro utilizando máscaras baratas, estrategias sombrías, un maquiavelismo temeroso de tercera y  una estulticia encubierta de falsa astucia– esos mismos a los que quieres sojuzgar te traicionarán usando tus mismas cartas y te quedarás sin nada: solo con una ambición desmedida que ha quebrado tu vegetar reptil.

Con esto no pienses que utilizar una mente estratégica no es útil para sobrevivir en el mundo de hoy, sino todo lo contrario, es más necesaria que nunca.  En la actualidad la guerra es psicológica y se libra en el fragor de lo cotidiano. Ahí es donde tienes que emplear todas tus armas, pero no para acumular poder y subordinar a otros para tus fines egoístas, megalómanos, psicopáticos y materiales, sino para conocerte, dominarte, probarte, y vencerte a ti mismo.

Percibe la cotidianeidad como un campo de batalla propicio para ir más allá de tus límites, enfrentarte y superar tus miedos, encender tu chispa divina con la fricción generada en la relación diaria e inundar de tu fragancia refulgente todo lo que toques con tu magnánima presencia.

Sé valiente y ten la entereza suficiente para expresarte de forma creativa, de manifestar tu espíritu en acto, de ser fiel a tu propio estilo y autenticidad.  Ser pura originalidad ha de ser tu máxima meta: marcar la diferencia, imprimir cualidad, estimular la individualidad, ejecutar tu voluntad.


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