El cambio se acelera, ya está
aquí, lo podemos oler, tocar, saborear… No tienes que ir a buscarlo a ningún
sitio, está dentro de ti, en la tierra que se posa bajo tus pies, en el sol que
te ampara sobre tu tez. Cierra los ojos y despierta; déjate llevar, no
opongas resistencia a la manifestación prístina de tu ser. Acalla tus yoes
psicológicos; éstos te inducirán a vivir en la eterna repetición de la vieja
era, en las dialécticas y discursos imposibilitadores de los paradigmas que ellos
mismos han inventado para mantenerte en un estado de letargo hipnótico. Rasga
el velo de maya, corta los hilos del destino que el otro te ha prefijado y
sostente en el no-tiempo, en la indefinición de lo desconocido, en lo nuevo, en
la creación de un futuro que se exprese en la multidimensionalidad del
presente.
Destruye los muros psicológicos
de tu mente, purifica las turbulentas aguas enfangadas de tus emociones y recupera el poder sobre tu cuerpo. Elimina todo patrón automático, todo
automatismo que te hace recorrer un camino que no es el tuyo. Reconoce
todo lo que no es tuyo que habita en ti, acéptalo, y transmútalo; otórgalo una
función que te sirva a tus propios fines y propósitos, encáuzalo hacia el reino
de tu voluntad y recobrarás el poder que te pertenece por derecho divino: la soberanía regia de tu propia existencia.
Ya no es momento para vegetar
por la vida con tus fuerzas divididas, es decir, pensando una cosa, sintiendo
otra distinta, y haciendo otra completamente diferente. ¿Qué lugar das a tu
palabra? Si no unificas tu pensamiento, palabra y sentimiento, jamás
conseguirás lo que pretendes… por lo que nunca cumplirás lo que dices y
seguirás fragmentado y enfrascado en el “demonismo de la dialéctica”. ¿Acaso no
sabes que lo infernal se representa con una lengua bífida? Mira ahora tu vida,
si todo lo que ves a tu alrededor es caos, desorden, hastío, descontrol,
irascibilidad, encontronazos con otros… ¡eso es el infierno en la tierra! ¿De
verdad quieres seguir experimentando eso? ¡Eso es vieja era! ¡Traigamos el
paraíso a la tierra! ¡Que la luz celeste de nuestro corazón sea lo que impregne
nuestra vida entera!
No esperes a que nadie unifique
los pedazos rotos de tu lengua, eso te toca a ti solo. Escucha lo que sale por
tu boca y verás tu realidad reflejada ahí afuera. No busques más culpables ni
te pelees con los demás por imponer tu errónea postura: ellos están tan
equivocados como tú. Solo tienes que hacer una cosa: cumplir tu palabra.
En efecto, nombra aquello que quieres generar en tu realidad y no interfieras
en la de otros. ¡Que cada uno haga lo que le dé la gana mientras no se meta en
la vida del otro! Tú ve a lo tuyo y disfruta de la vida, genera una existencia
propia donde tu vida y tu muerte sean determinadas por ti mismo, donde tu meta
principal sea la expansión de conciencia, el recuerdo de ti mismo, el
crecimiento agápico-armónico y la liberación espiritual.
En la nueva era ya no tienen
cabida los sé/no sé, los puedo/no puedo, los tengo/no
tengo y los debo/no debo, con los que tanto hemos sido sometidos y
subyugados durante milenios… ¡Ahora nosotros hemos decidido ser libres,
liberarnos de las cadenas que nos anclan a la materialidad ilusoria del otro!
¡Hemos decidido levantarnos y mirar hacia lo alto, hacia la magnificencia del
sol, hacia la trascendencia del espíritu! Ahora nuestro destino es Volar
y Brillar; manifestarnos bajo el signo del honor, el entusiasmo, la integridad,
la belleza y la prosperidad radiante y resplandeciente.
En nosotros solo existe YO
DESEO; ¡que así sea NUESTRA VOLUNTAD!
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