domingo, 9 de abril de 2017

Permanece en silencio.



Solo en el silencio eres tú mismo; es tu estado natural, original, divino. Aléjate de todo ruido y bullicio psíquico e imbúyete en la sonoridad armónica de la música más sagrada de todas: el silencio.          

Huye del activismo desaforado y ensámblate contigo mismo; aquieta tu mente, refrena tu avidez, templa tu ansia, sofoca tus pasiones, calma tu ánimo, mitiga tus nervios, entibia tus emociones; que no interfiera palabra ni movimiento alguno, solo escucha el sonido embriagador de tu respiración, nota como el aire fresco invade tus pulmones: te vitaliza, te nutre, te revigoriza, te sacraliza.  Permanece en el instante presente, no existe ni el pasado ni el futuro, estás siendo, aquí y ahora, simultáneo sincrónicamente en cada plano de significación, en toda dimensión; vacíate de los pensamientos que te ha incrustado el otro en ti y permítete sentir por ti mismo; aíslate de condicionamientos e influencias externas, de programas, dogmas, y creencias que perturban tu psique. Desidentifícate del hostigamiento del mundo exterior: derriba las murallas de tus yoes psicológicos y construye tu propia fortificación; tu fortaleza sagrada: la morada pétrea de tu espíritu.             

Concéntrate en tu presencia, no eres más que eso, una esencia presente; cierra los ojos y focalízate en el centro de tu mirada, todo estímulo físico desaparece, los sentidos terrenales se desvanecen; te encuentras en un estado de serenidad absoluta, tu visión se ilumina, tu percepción no tiene límites, abarca el infinito. Tu conciencia aflora, te ves a ti mismo en tu auténtica naturaleza, en tu prístina condición, la magia del silencio embriaga tu verdadera imagen, tu primigenia esencia; estás en el origen de todo, donde todo comenzó, has vuelto, ves el largo recorrido vital de tu existencia fluir delante tuyo, te das cuenta de que todo ha sido un juego, sonríes; te sientes dichoso, exultante, pletórico, invicto; y todo ello, sin emitir una sola palabra.   

Sigues volando por los confines del cosmos, no hay fronteras ni divisiones; te sientes completo, absolutamente integrado en todas las cosas que componen el universo, eres como una gota de agua en un inmenso océano, eres Nada y al mismo tiempo Todo; fluyes sin cesar, pero ya no vas a ninguna parte, tu búsqueda, por fin, ha terminado: te has encontrado, giras sobre tu propio eje, te bastas a ti mismo, forjas tu propia existencia, eres la totalidad; el ser.    

Continúa así. Acalla el rumor ferviente de la tempestad del exterior y adéntrate en la tranquilidad apacible de tu interior. Sumérgete en la aurífera frondosidad de tu bosque interno: enraíza tus raíces hasta lo más profundo de tu tierra, robustece tu fornido tronco y eleva tus reverdecidas ramas hasta la cumbre más excelsa de tu albor celeste; sublima la materia y fúndela con la trascendencia sagrada del espíritu.     

Sé como el canto de los pájaros: entrelázate con el silencio y fusiónate con su susurro celestial.

El silencio es tu mejor aliado; tu más fiel compañero.

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