viernes, 11 de noviembre de 2016

Fundar el auténtico deseo propio.


Continuamente estamos persiguiendo quimeras, ilusiones y espejismos que colocan delante de nosotros para que vayamos reflejamente detrás suyo sin rechistar. ¿Cuántas cosas hacemos sin reflexionar? ¿Cuántas otras sin que verdaderamente nos guste? ¿Por qué hemos de ir por los carriles estandarizados que nos dictan las instituciones? ¿Quién cojones las ha creado así? Una mente enfermiza, temerosa de ser ella misma y que tiene muchas ganas de joder a los demás.

Nos creemos muy despiertos, y ese es el problema, que nos lo creemos y no lo somos en absoluto. Sí, somos muy despiertos en el anonimato de internet pero luego en la vida real, cuando tenemos que dar la cara y apechugar con las consecuencias, nos toca tragar, agachar la cabeza, optamos por dormimos voluntariamente, callarnos pavorosamente para no perder el trabajo y seguir cobrando un sueldo mísero y manchado de cobardía y traición a lo que uno es.

¡Cuánta mierda de los demás se nos contagia a diario! ¡Tanto que incluso la hacemos nuestra! Basta ya. Saquemos de una vez toda esa morralla dogmática de culpabilidad que nos han inyectado y emprendamos una catarsis existencial.

Fuera todo adoctrinamiento y esclavismo laboral. El principal problema es el modelo de producción y estructuración laboral que nos han montado: vender tu propio tiempo en una serie de actividades profesionales preestablecidas a las que te tienes que acomodar sí o sí, so pena de convertirte en un marginal que deambula por los márgenes de la institucionalización totalizadora de la existencia. En cambio, si optas por algo que te gusta y que se sale de la norma “convenida” no recibes dinero, al contrario, con mucho esfuerzo y obstáculos por todas partes te lo tienes que ganar tú: Pero bueno, ¿quizás esto sea más digno y honesto no?

¡Que se jodan vuestras profesiones  “normalizadas” y vuestras rentas-limosna!

No permitamos más que nos succionen toda nuestra vitalidad, ni en sus trabajos ni en su ocio planificado, tampoco en su tecnología basura.

Dejemos de alimentarnos de los deseos (auto)impuestos por el paradigma cultural del sistema. Retiremos de una vez toda la atención y centrémonos en nuestro interior. No necesitamos nada más excepto a nosotros mismos: la virtud y potencia trascendente de nuestro espíritu. 

Una vez que nos encontramos a nosotros mismos, permanecemos plenos y todo lo que precisemos en un momento dado, vendrá a nosotros como por “arte de magia”…  

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