Continuamente estamos
persiguiendo quimeras, ilusiones y espejismos que colocan delante de nosotros
para que vayamos reflejamente detrás suyo sin rechistar. ¿Cuántas cosas hacemos
sin reflexionar? ¿Cuántas otras sin que verdaderamente nos guste? ¿Por qué
hemos de ir por los carriles estandarizados que nos dictan las instituciones?
¿Quién cojones las ha creado así? Una mente enfermiza, temerosa de ser ella
misma y que tiene muchas ganas de joder a los demás.
Nos creemos muy despiertos, y
ese es el problema, que nos lo creemos y no lo somos en absoluto. Sí, somos muy
despiertos en el anonimato de internet pero luego en la vida real, cuando
tenemos que dar la cara y apechugar con las consecuencias, nos toca tragar,
agachar la cabeza, optamos por dormimos voluntariamente, callarnos
pavorosamente para no perder el trabajo y seguir cobrando un sueldo mísero y
manchado de cobardía y traición a lo que uno es.
¡Cuánta mierda de los demás se
nos contagia a diario! ¡Tanto que incluso la hacemos nuestra! Basta ya.
Saquemos de una vez toda esa morralla dogmática de culpabilidad que nos
han inyectado y emprendamos una catarsis existencial.
Fuera todo adoctrinamiento y
esclavismo laboral. El principal problema es el modelo de producción y
estructuración laboral que nos han montado: vender tu propio tiempo en una
serie de actividades profesionales preestablecidas a las que te tienes que
acomodar sí o sí, so pena de convertirte en un marginal que deambula por los
márgenes de la institucionalización totalizadora de la existencia. En cambio,
si optas por algo que te gusta y que se sale de la norma “convenida” no recibes
dinero, al contrario, con mucho esfuerzo y obstáculos por todas partes te
lo tienes que ganar tú: Pero bueno, ¿quizás esto sea más digno y
honesto no?
¡Que se jodan vuestras
profesiones “normalizadas” y vuestras rentas-limosna!
No permitamos más que nos
succionen toda nuestra vitalidad, ni en sus trabajos ni en su ocio planificado,
tampoco en su tecnología basura.
Dejemos de alimentarnos de los
deseos (auto)impuestos por el paradigma cultural del sistema. Retiremos de una
vez toda la atención y centrémonos en nuestro interior. No necesitamos nada más
excepto a nosotros mismos: la virtud y potencia trascendente de
nuestro espíritu.
Una vez que nos encontramos a
nosotros mismos, permanecemos plenos y todo lo que precisemos en un momento
dado, vendrá a nosotros como por “arte de magia”…
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