¿Qué pasa que aquí todo el mundo
tiene voz y voto? ¿Todas las personas tienen derecho a emitir su opinión
tranquilamente? ¿A decir lo primero que les sale por su boca? ¿A dictar
sentencia con su anulado y obnubilado no-juicio?
Esto es el reino de los paletos,
mediocres, anodinos, sin-nadies, vulgares, estúpidos, necios, majaderos, memos,
mentecatos, botarates, atolondrados, cabezashuecas, lerdos, tontos, obtusos,
insulsos, pánfilos, pueriles, empanados, mostrencos, ignorantes, incultos y
cazurros.
¡No merecéis que os llamen
burros, son mucho más inteligentes que vosotros!
Antes de hablar pensad un poco.
Sois mucho menos que animales. Sois sustratos de energía tanática mucho menos
que ínfera. ¡No valéis nada!
Vuestra no-vida se perderá en
los albores del tiempo como la de una lombriz, reptando bajo el subsuelo con
vuestra cobardía, temor y búsqueda del no-dolor a toda costa.
Solo sabéis meteros en la vida
de los demás, garrapatas inconscientes. Los entes que os vampirizan os instan a
decir gilipolleces y sandeces varias con el único objetivo de herir, humillar y
aniquilar al otro para chuparle toda su energía. ¿No os dais cuenta que así os
subyugáis más y más a vuestros parásitos? ¡No sois más que oquedades
sombrías llenas de odio, envidia y crueldad! ¡Petulantes estultos que ignoran
su infame pequeñez, su vegetar por la vida, su ceguera por la existencia!
¡Anda ya, peleles!
Ya no caeremos más en vuestro
juego. Somos rocas, lo suficientemente firmes y flexibles para saber
esquivaros, soportaros, resistiros y combatiros.
Impertérritos e indómitos nos
erigimos como naturalezas ígneas, cuyo fulgor divino perforará toda vuestra miseria
y degradación.
Aquí estamos una vez más,
dispuestos para la batalla final. Vuestros dardos no consiguen penetrar nuestra
armadura, somos inmunes a vuestra inmundicia. No traemos la espada para que la
contempléis y adoréis como hacéis con vuestros ídolos de pacotilla,
sino para cortar vuestras ataduras y nudos, para romper vuestras cadenas y
liberaros del yugo al que voluntariamente os sometéis.
Somos el batallón victorioso. La
gloria es nuestra. Nos movemos por honor y lealtad. Somos dignos, orgullosos,
nobles y REALES. Sí, éstos somos nosotros; lo estás viendo, escuchando y
sintiendo dentro de ti: LA VOZ DEL ESPÍRITU.
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