Para hacer desaparecer la
sensación de abatimiento y rendición, no hagas nada más que estar en silencio,
en profunda reflexión, en calma meditación, en un espacio íntimo reducido y
estar a solas contigo mismo. No tengas contacto con el exterior, solo contigo
mismo, con aquello que te aflige, que te angustia, que te hostiga y te atenaza por
dentro. Esa ansiedad y angustia desaparecerán, la oscuridad se desvanecerá con
los rayos de luz de un nuevo día mucho más claro y soleado.
Sigue en silencio y acepta tu
falta, aquella situación en la que te es imposible dar una respuesta airosa,
aquel laberinto al que entraste tú mismo y del que nunca sabes salir, aquello que
siempre repites automáticamente y te hace desesperar y amargarte durante más de
mil vidas.
No te castigues más. Ya no
puedes seguir escondiéndote y poner más excusas para tapar tus miedos y
temores. Es momento de afrontar la realidad y superar tus limitaciones; para
ello has de ir más allá de ti mismo y perforar toda esa malla de ilusiones,
esperanzas, quimeras, encantamientos y espejismos que te has creado tú solo
para mantenerte en un estado hipnótico de inopia sensorial, de inercia mental,
de cerrazón vital que no hace más que autoconsumir tu energía en un proceso
tanático y disolvente de tu Yo.
Acepta esta situación de reflujo
y retroceso para pararte a mirar quién eres, en qué condiciones estás y
cuáles son las armas con las que cuentas. Da igual lo que hagas mientras sea
con conciencia y voluntad propia, pero eso sí, haz todo lo posible por que afloren esos miedos que ha puesto el otro en ti y utilízalos como un puente sagrado
hacia lo absoluto de tu ser.
Muchos de los escenarios
conflictivos, confusos, enmarañados y descontrolados en los que te ves
inmerso diariamente son una creación inconsciente de los miedos que proyectas con cada pensamiento y emoción que generas internamente. Por lo que
es menester –y más que en ninguna otra época– que seas consciente de esto para
que domines la densa intemperancia instintivo-animal que brota dentro de
ti –en esas ocasiones en las que te invade el miedo– y la puedas encauzar hacia
su sublimación suprema en la materialización de tu conquista existencial.
Ten en cuenta lo siguiente: hay
muchos miedos en ti que afloran en las situaciones cotidianas como potencias
caóticas y desencadenadas que no tienen más fin que el que despiertes de tu
largo letargo y actúes de una vez sobre ti mismo, para que, precisamente,
hagas lo que temas, porque solo así, tu temor desaparecerá.
Enfréntate con tu principal
enemigo: el miedo que habita dentro de ti.
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