Yo
no he venido aquí para ser un simple instrumento que canjea –durante 8 o más
horas al día– sus minutos de vida por un dinero que ni da para sobrevivir.
Ofreces tus mejores años de vida, tu potencial creativo y tu vigor juvenil en
¿qué?: si trabajas por cuenta propia (negocio típico de una persona corriente)
estarás absorbido por tu empresa y sus preocupaciones, impuestos, gastos,
papeleo…si eres asalariado: vendes renegadamente tu tiempo y esfuerzo a un jefe que te la
suda, en un trabajo que te asquea y con unos compañeros –si se pueden denominar
así– que te putean.
En
ambos casos te prostituyes por una mísera limosna con la que apenas podrás
cubrir tus necesidades básicas: comida, techo, vestido (ni que decir si tienes a cargo familia);
además de crear hábitos de obediencia servil en un entorno que está diseñado
para alejarte sistemáticamente de tu auténtica naturaleza.
Lo
positivo de esta situación es que muchos acabarán tan hasta los huevos, que
quizás les quede algo de valor internamente y resurja en ellos las ganas de ser
libres y rebelarse ante tal ignominia y abuso que padecen a diario en el mundo
laboral.
Basta
ya de querer ser esclavos y de construir voluntariamente los propios barrotes
de nuestra prisión. Deshagámonos de todos los mandatos que nos imponen los
paradigmas de la cultura. La economía no lo es todo, no tenemos por qué sufrir
y auto-flagelarnos todos los días de nuestra vida para tener la sensación
ficticia de sentirnos útiles… ¿para quién? Esta es la pregunta que has de
hacerte: ¿cui prodest? ¿A quién
beneficia que tú estés currando como un cabrón todo el puto día? ¿A ti? ¿A tu
jefe? ¿Al jefe de tu jefe? ¿Al que le negocia el préstamo bancario a éste? ¿Al
jefe de la entidad bancaria donde trabaja éste? ¿Al que tiene acciones en ese
banco? ¿Al que se escuda en la sombra detrás de todos los inversores bancarios?
¿Al que controla al de la sombra? ¿Al que controla al que controla a todos los controladores
anteriores?...y así ad infinitum.
Este
es el mundo en el que vives. Investiga por qué se hace lo que se hace y por qué
vivimos como vivimos –si a esto se le puede llamar “vida”–. No seas un autómata
que se piensa “independiente” porque se “gana el pan con el sudor de su
frente”; esto no es más que una burda creencia de control mental que te han
inoculado para que seas un esclavo orgulloso de serlo, nada más.
En
fin, no pongas mucho sentido a lo que ves a tu alrededor, mantén siempre tu
imperturbabilidad, busca los subterfugios del sistema donde te encuentres
cómodo y créate tu propia realidad: intenta que tu estancia en esta vida sea lo
más parecido a tu propio paraíso –no al del otro–; también te digo lo mismo si
tienes que currar en algo que no te gusta porque no te queda más cojones, busca
la enseñanza que te pueda ofrecer esa experiencia y utilízala en tu favor, pero
nunca te apegues a ello, y menos por miedo a perderlo o por el simple y mero
hecho de ganar dinero.
La
vida es mucho más que la bellaca obsesión por el dinero y lo material, no solo
somos humanos, sino también seres;
deja de vegetar y comienza a existir por ti mismo.
¡Ya
es hora de ser libres!
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